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sábado, 2 de noviembre de 2013

El mar

El mar en calma, pues ya vienes
con tus andares, pose lejana,
piernas esbeltas, delicadas
muñecas, nudillos de guerrera,
codo estudioso y caderas perfectas.

El mar en calma soberbia, creyendo
que puede controlar el tornado
que crece dentro de tu alma no tan abyecta
como todo el mundo piensa, yo la vi
era perfecta.

El mar alterado de forma traviesa,
como sus ojos al buscar la ofensa,
divertidos, se giran para tachar
víctimas en su agenda, hasta que
su pelo es atrapado por las mechas
que el agua lanza, buscando ligera
sensación de ligereza.

El mar, y tú. La luz
de tus ojos, cristalina,
me atraviesa, me hace daño
porque todo lo ve y congela,
todo se derrite y se quema
al mismo tiempo, mi reina.

¿Se olvidaron estos versos
de los poemas herederos?
Erróneo, esta memoria no
está hecha para decepciones
tras el tiempo que hemos hecho.

Realizado o echado, no importa
si el término no es el adecuado
yo sé que tú lo entiendes, preciosa

aunque el beso esté cortado.

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