Banner

lunes, 30 de marzo de 2015

Refugio encendido



Segunda recopilación realizada por el propio autor, Manuel Ianni, tras dos años desde sus Musas enmudecidas, las cuales tuvieron un éxito más que inesperado, superando con creces las trescientas visitas. Con Refugio encendido, comprobamos el paso del tiempo sobre las palabras, que no se oxidan y siguen con vida.

Para descargar el PDF, click aquí.
¡¡¡¡¡¡¡MUCHAS GRACIAS!!!!!!!

Vida

Con mis lágrimas al borde de la fatalidad, he cambiado de hogar en múltiples ocasiones para comprobar que todos los núcleos siguen funcionando. Parándome a pensar cometo el suicidio radioactivo, es por esto que no pretendo descansar hasta el arrepentimiento del sol por haber dominado nuestra tierra. El músculo enrojece, se enternece, copiando mi gesto al recordarte. Qué tiempo. No existen paradas dentro de un pensamiento perfectamente maquinado, pero los errores siempre están presentes en nuestras manos, esperando a que la ruleta acabe exhausta. No tiene significado andar siempre con los mismos pies, pero el sentido sigue presente como un aura que pretende protegerme de mí mismo.

Al borde de la fatalidad, he encontrado algo parecido a lo que llaman destino. No sé si es mío, pero acaba bien, pronto. Como la loba que se despidió del mundo con literatura virginal, así espero que me recuerdes, si tuvieses suficiente espacio. No, no puedo ser recordado en general. Solo si tú me esperas, quémame, comparte las cenizas, hazme viajar todo lo que no pude. Los pies siguen su camino, sin significado, pero están programados, y no hay reinicio posible. Mis músculos descansan.

Lo último que he descubierto es que no sé derramarme. Respirar es automático, pero los ojos se colapsan poco a poco, y la fatalidad es mi cielo inframundano. Qué espera tan larga.

domingo, 29 de marzo de 2015

Ida de día, vuelta de noche

Una hora más, una hora menos.
Los puntos de vista son determinantes.
Una hora menos para verte antes.
Una hora más para mis trüenos.

Mis ojos te buscan, los tengo llenos
de amor encogido. Así, son mutantes,
rebuscan en tu manto. No te achantes,
me susurras, volveré con la fuente

de tu felicidad. Sin escucharte,
riego los campos con melancolía,
agazapado en mis buenos recuerdos.

Vuelves. Debes ser un cuadro, el arte
sinuoso brillando noche y día,
porque volviste loco a este cuerdo.

Un paraíso personal

Viajando sentado —me dijeron— es como crecen las amistades del corazón y las conexiones neuronales. Hace tiempo que seguí este consejo vagamente, con las últimas luces de enero, siendo un domingo bien temprano. Con las bolsas cargadas al hombro, y los libros buscando reposo, zarpé hacia un abismo de sabia ignorancia, retirado hasta la llamada tintineante. Qué gran verdad, ahora que lo pienso, mientras intento decírtelo, aquello que me contaste aquí. Las sillas siguen desordenadas, los libros campan a sus anchas, y las chanclas las hemos perdido mientras nos leíamos. La tinta se nos derrama, abruma la densidad entre las líneas, respiramos el aroma del paraíso lejano. El exotismo está en nuestras manos, solo hay que señalarlo con nuestros labios imaginados.

       Pero tuve que marcharme. La guerra siempre llama a tu puerta cuando menos te lo esperas, y no te puedes quedar sentado. Ella quiso acompañarme, pero yo se lo impedí. Necesitas vivir por los dos, yo seré tu vanguardia.

viernes, 27 de marzo de 2015

Dónde caernos de la mano

Me dejó el alma herida al pasar
el aire henchido de un mar lacrimógeno
La pena de la gente, el llorar.

Está bien, está mal, no pienses, haz
doctrinas que vuelan a viento y
              siniestro. El futuro mata sin parar.


Y nos piden el vacío sereno
y yo me niego, y creen seducirme
con sus monedas inertes en agua.

Uniendo el punto a toda i,
cosiendo los lazos idos y rotos
formaré el esquema del bienestar.

Ven, ven conmigo, vengan ya, todos.
Así os lo pido, a ustedes que son
mi todo, no dejen nada importante

en las afueras, que caerá el aviso
de la silenciosa y macabra, tinta–
da realidad. Abran el corazón.

lunes, 23 de marzo de 2015

Caminar bajo el agua

Últimamente, los pasos se me hacen pesados. El cielo se cae a trozos, y las palabras se desvanecen con la lluvia del futuro. Está mal, está bien, no pasa nada, todo acabó. Ahora me plasmo y me acabo, me desmayo en mitad del prado, sin una sonrisa que volver a ver. Gris, blanco, negro. La escala de colores que nunca existió, una escalera se nos presentó, dibujando trazos hacia el paraíso celestial.

¿En qué hemos fallado para la autodestrucción? Se nos fue de las manos la configuración. Y, aquí, estaremos los dos, te vayas o no, te alejes definitivamente, o te quedes. Coma a coma construí la oración que invocó el regreso al hogar mordisco a mordisco pudimos hablar. Pero nos faltaron los lazos virtuales, ahí donde se asieron las esperanzas, haciendo de todo esto una realidad impoluta.

Caminar bajo el agua es vida peligrosa, es curar sin prevenir, beber del público. Buscando la fama debajo de los escritos demasiado explorados.

viernes, 20 de marzo de 2015

Un agujero relleno

Es la espina ennegrecida por el óxido atemporal, que se cierne en sombra y luz, no, que en realidad es invisible al ojo diametral. Aquí, con aguja de fuego bendecida y mano de santo inmoral, he decidido colaborar en la salvación espiritual.
Muchos caminos recorridos sin haber caminado lo suficiente como para viajar a través de las miradas ajenas. Y, aquí, con toda la experiencia en un bolso sin fondo, me hallo, no para saturar o apagar tus coloridas estrellas, sino para que tú las veas tan bien como yo me honro en hacerlo. Ven, limpiemos tus gafas. Seamos precisos y quedemos preciosos, día y noche.

lunes, 16 de marzo de 2015

El almuerzo

Cuando las palabras se ahogan entre líquidos sin perfume. Cuando los gestos ya no son nítidos, y la fluidez es dudosa ante los ojos que yacen en órbitas perdidas. Cuando los planetas han dejado su rutina, y el planteamiento quiebra. ¿Qué hacer si lo planeado ya no vuela? Vuelta a empezar, es la misma historia, la tierra es inversa, y el cielo es pisoteado. ¿Por dónde hemos de caminar?

Los caminos son cuentos frágiles sin final. Porque un cuento no tiene final. Es un círculo que desea vivir para siempre. Y te hundes, viajas y no sabes regresar. No quieres mirar atrás, porque has tomado curvas y desvíos que desconocías. ¿Y qué nos queda ahora que podemos mirar?

Es hora del almuerzo. Descansemos antes de que el manto negro nos alabe con su descanso universal.

lunes, 2 de marzo de 2015

Un día en la ciudad

Los focos de luz tenue y tibia cada vez escasean con mayor frecuencia. Qué será de la existencia espacial sin el vómito blanco de haces continuos. Deshacer la malicia no debe ser nuestra misión en este espacio neutral, sino el logro de la sonrisa perpetua. Late en el corazón, latente, nuestra media naranja. Los árboles siguen contentos gracias a la suave brisa que les acaricia desde el mar hasta los bosques, llanos y fértiles. En un prado, el pastor sigue a su pastora como la luciérnaga nos sigue el camino. Y es seguir, y seguir. La repetición de la rutina, la redundancia de la primera página.

No me encuentro. Ya no sé escribir.
Des(aparezco), al revés, ni sé de mí.
Sediento me siento en el borde del Rin
con las lágrimas a juego, flotando sin fin.
Tin, tin... tin...

Paso ligero. Se quejan las presas de no ser cazadas. Se alteran las hembras al descubrir la independencia máxima del macho. Qué hará, oh, el macho, sin su hembra. Se consterna el macho al ver su ¿in?dependencia. Qué bruto está el cielo hoy, cariño. Unas gotas aquí, y la nube de humo que planeamos juntos asola la ciudad en un instante. Ya es la hora, no me llaman, es lo normal. No tengo teléfono. Y los pájaros ya no vuelan, y... ¿dónde estaremos tú y yo?