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jueves, 27 de agosto de 2015

Tesoros sin descubrir

He seguido todos los pasos al pie y pierna de las letras. He caminado a la par con ellas; he comido, he dormido y he madrugado a su lado, a aquel montón de dibujos ordenados jerárquicamente por el Caos. ¿Y cuál ha sido el beneficio? La nacida espiral no hace más que engordar y engordar, y el espíritu no hace sino flaquear y flaquear. Las proporciones siguen sin ser precisas y el papel se desvanece sin que un remedio acuda a la llamada de socorro. Un tratado sobre la unión del Caos ha de ser publicado en no menos de catorce o siete días si realmente se pretende salvar algún trozo de Esperanza que, dicen las ... lenguas, aún sobrevuela el mar, o la tierra. Lo que sí es cierto es que nadie ha pensado en cultivar la herramienta... ¿Qué pasará si encierro y entierro esto aquí?

sábado, 8 de agosto de 2015

Propósitos

Parpadeando con prudencia pude evitar el daño que el foco de la mesa donde guardaba todas mis anotaciones me destruyese el último sentido pleno que me restaba. ¿Por qué, al cerrarlos, me quedo en un viaje estático, donde me hacen espectador forzado? Llamo a todos los contactos que apunté en mi agenda, pero ninguno me da una respuesta. Creo que he dejado encendido el ordenador y por eso ando en este caos cuando duermo. A lo lejos, una voz retumba. Levántense, hemos terminado la prueba. Y yo, con una sombra de conciencia, me pregunto si aquello es real o no.

Parpadeo levemente, porque el polvo sigue en el aire, y me atosiga allá donde voy. Creo que está programado para odiarme. ¿Puedo decir algo? Sus palabras son gastos imprudentes de oxígeno, guárdese cualquier reclamación para el final. Se abre el telón. Hace tiempo que no voy al teatro.

jueves, 6 de agosto de 2015

Un suicidio pronosticado

Dígame, señor agente, ¿cuántos disparos necesitó para dar fin a su angustia?
No muchos, mi señor. La cantidad no creo que tenga relevancia alguna para usted, acostumbrado ya a estas horas a perder la cuenta.
Recuerde, haga un esfuerzo por mí. Tras esto, nunca más volveremos a hablar.
Y si tal vez es por eso por lo que aún estoy en la cuerda floja... ¿qué pensaría?
Hable.
Siete, mi señor.
¿Y cómo es que has logrado llegar hasta aquí?
Porque, así lo pienso yo, antes de llegar a la felicidad que buscaba con mi último gesto, es menester que sufra algo para saborear mejor el cielo.