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lunes, 31 de marzo de 2014

La tarde de ayer

Las siete de la tarde
y yo en esta esquina
escribiendo bajo el invierno
de una primavera primeriza.

En las urnas han encontrado
mi nombre, y no fui candidato
electo. Será que mi magnetismo
los ha acercado a milímetros de mí mismo.

Salí ganador de unas elecciones
donde eligieron a quién colgar
me fui al primer edificio gubernamental
a denunciar toda esta sangría.

Resultó que la policía seguía
los pasos entintados
dejé un rastro con colores de pesadilla
y sus porras eran látigos con espinas.

Huí a las miradas emponzoñadas
con una espada dibujé tu sonrisa
la sangre brotaba bien limpia
y yo votaba al siguiente terrorista.

Las ocho de la tarde
y sigo acurrucado en mi esquina
escribiendo mis retozos infantiles
busco una puerta que me atrape
sin salida me grita despacito
no tengo prisa, prefiero morir del asco.

Me atraparon. Hablé con la prensa,
mis padres, la familia. Se encargaron
de planear mi huida. ¿No huí?
Eso decían. Pero las alas de mi pecho
se quemaron, se quedaron sin gasolina.
Ahora me dedico a destruir pequeños muros
y levanto risas enmudecidas
los rostros quedan ocultos
bajo toda esta manta de hipocresía
¡Qué final! El que nunca quiso ser nada
se cansó de ser algo para todos
por eso escribió esta canción
quemando las banderas, las hojas al calor

flotando se quedan...

Huracán petrolífero

Tengo una confesión.
Y es que ya no escribo,
no siento el ritmo
no hay transición.

Me fui. Me he ido lejos
me ves día a día
pero es el simple reflejo
de mis memorias perdidas.

No volveré. Está oscuro
y las aves preguntan por mí
juro por Dios que estoy seguro:
Dijo su corazón derretí.

Él es la guía de mi alma
fabricada allí en oriente
es por eso que no dispara
ya ni puedo pensar con mi mente

compré otra de metal
hace hueco si la golpeas
es extraño, de veras,
no hay verdad en mis penas.

Tengo otra confesión
y es que sigo escribiendo
por compasión hacia mi persona
que sigue de pie por la inercia
del cambio de hora.

Es ahora cuando vuelvo
si es que me fui
mantengo mis secretos
bajo una llave de marfil.

Mi existencia perdió su sentido
doy vueltas a una rotonda
escribo versos con congoja
y a todas las dejé cojas.

Se dio la casualidad
de que mi ida se cruzó
con tu vuelta
por eso ahora volamos juntos
al son de tus vientos
y de mi tinta negra.

Sopla fuerte
que el petróleo llegue
a toda esta gente

que nos lee.

sábado, 29 de marzo de 2014

Divinidad

Te he llamado tesoro
y reclamaron personificación
pero es que vales más que todo el oro
que pueda haber creado el planeta entero.

Te he llamado cielo
porque, al mirarte a los ojos
veo dos estrellas oscurecidas
que brillan si las trato como ángeles.

Te he llamado hermosa
porque desde dentro hacia fuera
y viceversa yo te comía sin demora
el decoro lo dejaría para el salón.

Te he llamado pequeña
porque en mis brazos te acurrucas
se eriza mi alma cuando en tu manto
pierdo todos los nervios y duermo.

Te he llamado perfecta
porque tus huecos están encajando
con mis defectos, y tus virtudes
me ayudan a ver la luz.

Te he llamado de varias maneras
pero eres inefable. Puede ser ironía,
pero no hay poesía ni prosa que te describa
¿Eres mía? Ojalá así fuera
yo siempre te vi inalcanzable, ya lo sabes,
que mis labios echan de menos tus caricias
no hace falta que te lo mande, ni siquiera
debería escribir, no soy nadie y mi tinta
dice que quiere conocerte con lentitud
saborear todos tus versos y ser uno.

Pero perdí la fe. Y apareció mi ángel.
Le pinté alas, pero levantó un huracán

y, a deshora, me despeinó.

Que alguien me ayude

Y pensaré
dónde coño moriré
preguntaré
cuándo será
para saber si podré morir en paz

Terminaré
de recapacitar
si de verdad soy
capaz de confiar

Que este corazón
se unió a mi mente
y ahora son dos
los que luchan a favor
de la locura infame

Puede que esté enfermo
que se acaben los recuerdos
le suplico a mi dios
me devuelve a la tierra
y me lanza besos con desesperación

Sabe que ya no soy yo
que llueve y me resbalo
en el hoyo que cavó
la tierra con su socavón

Por eso vuelvo a regresar
al fuego que no se ve
lo escribo del revés
debe brillar y solo
me apaga otra vez...

Me apago otra vez
nadie puede pagar
el precio de mi rescate
no tengo salvación
por eso prefiero ir solo
de la mano con mi dios

A su paso va dejando
un reguero de tinta
que tal vez siga
si abro los ojos de una puta vez
hasta entonces, moriré
poco a poco y sin prisa
aunque acelere el proceso
si me caigo de tu vida.

Me iré
porque no hago nada bien
tengo la conciencia perdida
y mi alma cree estar protegida
ante la tentación
de hundirme por todos
y salir de esta perra vida.

Qué es la vida
si tanto la repito
no encuentro un signo
de satisfacción

Qué es la felicidad
si tanto la creí
que es que al final
no era más que morir.


Que alguien me ayude.

Prefiero

Con el corazón en la mano
he terminado esta pobre vida
con poco daño y mucha prisa
me he lanzado hacia el abismo.

Con risas varias y un poco de llanto
he reciclado todos nuestros recuerdos
con algo de pena y algo que te canto
me he marchado en busca de mi infierno.

Prefiero morir
que sentir
todo esto que se agolpa en el pecho.
Prefiero irme
y sentarme
contemplarte en tu lecho... lejos.

Que nuestras manos
se fundan con el sexo
y que las cenizas
lleguen hasta el techo

Que la explosión
de amor y sentimiento
cree el fuego
que purifique mi cerebro.

Prefiero morir
que sentir
que te pierdo por momentos
Prefiero irme
y sentarme
contemplarte en tu éxito... sonreír

por tu camino que, sin mí,
conseguiste alzar
y perder el control si te veo
de nuevo, desnuda, en mi templo.

Prefiero vivir
que morir
si te sigues yendo
prefiero salir
y decir

que todo fue un invento.

jueves, 27 de marzo de 2014

La prisión de tu tristeza

Por aquí pasamos todos
y estamos en la derecha
a la izquierda la plebe
que ya no nos interesa.

Con el fuego apagado
y la sonrisa enhiesta
así aparentan calma
pero todo transparenta.

Tus ojos buscan refugio
Mi vista perdida en ella
la marea crece ante
la prisión de tu tristeza.

Roja tu piel de ilusión
lloran lágrimas tus venas
fallecen tus sentimientos
Por ti ya no hay más pena.

Qué poca sinceridad
hay en las manos que rezan
por un poco de atención
y escriben historias luengas.

Tus ojos buscan refugio
Mi vista perdida en ella
la marea crece ante
la prisión de tu tristeza.

Perdí algunas batallas
pero he ganado la guerra.
Despídete de mi pluma
que, entera, se despieza.

Marcho con este vacío
que posee mi cartera
así me quedé dormido
pensando en nuestras vueltas.

Tus ojos buscan refugio
Mi vista perdida en ella
la marea crece ante

la prisión de tu tristeza.

Naufragando

Intenté manipular mis impulsos
y mi revólver se encasquilló
yo apretaba con dureza el gatillo
mientras ella, divina, con su culo

me daba la espalda. Creía un muro
impedía mis ojos de chiquillo:
Al final es que yo era algo pillo
y no podía estar sin ese lujo.

Navegué entre montañas de sal
y rocé la plenitud con las manos
terminé exhausto y acabado;

la amé como si fuese mortal
por eso morí. Con todos los hados

de mi parte, partí hacia tu lado.

miércoles, 26 de marzo de 2014

Enamorado

Con razón y algo de fe
creí en esto, el amor.
Yo por eso te dejé
tumbada, vida, al sol.

Es obvio que creo en ella.
Pero esto es cosa de dos.
Tal vez sea culpa mía;
La poseí. No... ¿Dudó?

Muero con tu ausencia, sin
aire descanso. Calor,
¿dónde carajo te hallas?
Frío... Escucho el rumor

que dejan estas cadenas
viejas. Cambia el color
de mis ojos, azabache.
Son ellos el delator

de mi hondo sentimiento.
Te quiero como escritor,
y escribo versos rojos,
candentes como mi amor

por ti. No es suficiente
esta pluma; él regó,
por eso, un par de versos
con su sangre, sin dolor.

Un hielo azur jodido
a causa del escorpión;
una sonrisa pintada
y mi suerte con él, Dios,

¡El amor yo vi, lo vi!
Con ella todo volvió
a tener luz. Creo en ella;

la amo sin un error.

No me llamen poeta

Han reinventado el daño de las purgas
con el agua sagrada invisible
han tapado los ojos, no los mire,
que el fuego daña, y eso, dura.

Adquirieron el verso con soltura
aquellos que cabalgan y se ríen
tristeza que me entra incomprensible
al verles ir, esta queda profunda.

No me llamen poeta, yo suplico.
Que no entiendo de besos ni esperas
ni siquiera sé contar estos versos.

El río suena y yo me humillo.
So pena de muerte, no te nos mueras;
quedé arriba. Lo verás con tiempo.


martes, 25 de marzo de 2014

No tengo diplomas

El canto atolondrado
de la alondra que rescaté
de las garras perdidas.

Con varias plumas negras
he trazado líneas rojas para
que nos separen definitivamente.

El pulpo sigue saltando río
arriba, conquistando cataratas
y escupiendo sinceridad.

Qué mal, qué mal. Ha sido
niño, y no tenéis ni idea
de lo que eso conlleva.

Pero la fruta está podrida
desde la hondura de su estancia
y se jactan de su hartura.

Después de todo, busqué
el sentido en una rotonda.

Al final, he escrito palabras.
Al principio, corté sintagmas.

En medio no hay nada. Ya sabéis.

domingo, 23 de marzo de 2014

Corriente vacía

Me quedé sin tinta.


Ahora pinto mi alma
con negra tila.

Me agarré, y perdí
la esperanza al cabo
de un rato.



Siento la inercia de mis labios
buscando tus soledades
con este sol de verano.



Dejé de creer
y creé el estado
desolado
donde vivir
a tu lado
sin ti.


Y no preguntas por qué me fui.
Te quedas ahí, pasmada. Con las manos
ensangrentadas. De la fuerza
y la insensatez nacieron los surcos.



Y es que tengo explosión
y sin más dilación
me marcho hacia un lugar.




Dame, al menos
parte de tu corazón.

Necesito saber
que volverás.



Lo haré. Y, tal vez,
pueda ser mejor.
Hasta entonces,
ya sabes.

Adiós.

sábado, 15 de marzo de 2014

Prácticas a un corazón malherido

Ahogando suspiros
Ahondando en ellos
el mar negro se lanza
en busca de la nuez perdida.

La espuma y su sal
se unen en matrimonio
consagrado, pero él
es pagano y no tiene papeles.

Con las cuerdas en su espalda
y la espada en alto
cae en defensa de su alma
con el arma golpeando. Errando.

Y una bola de rocas perennes
rueda por el oeste de la arena
y las dunas se empapan de alegría
cuando oye a sus pies gritar.

El pájaro que busca la comida
allá en el cielo que ya no habita
las alas quemadas por un sol demasiado
cercano e insistente.

Le han cercenado los brazos
al comandante. Las órdenes
se perdieron con el aire, que llegó
demasiado tarde. Las balas cayeron.

Calló el cantante cuando la vio
posar cerca del bote. Y se convenció
a sí mismo: le cantó una canción rasgada.
Y le rasgó el vestido, la piel y el corazón.

Los dos están muertos, y yo estuve en medio.
El problema es que las huellas siguen pisándose
y yo no sé ya qué pensar, o si pensar, o si callar.

[Se cierra una pluma]

viernes, 14 de marzo de 2014

El sol y su cielo

Y aquí arriba
es donde mejor estoy
ahora mismo, contemplo
a los demás desde una posición
privilegiada.

Con lujos y con tu dulzura
me has elevado hasta aquí,
me has puesto a tu lado
y me has abrazado.

Y una supernova negra
se ha fundido en la luz
que tú me llamas
sin yo saber por qué.

Porque yo solo estoy aquí,
a tu lado, para que tus estrellas
nunca dejen de soplar ese polvo
que ilumina la soledad.

Porque tú siempre estuviste ahí
con tu manto de carbón puro
Porque yo siempre estuve ahí
con mi aura de luz blanquecina.

Déjame celebrar
en nuestra intimidad
que mis rayos de luz
puedan tocar tu oscuridad.

La supernova que nos vio crecer
nos verá morir, nos verá renacer.
El sol sigue en el oscuro manto

que el cielo sigue ostentando.

jueves, 13 de marzo de 2014

Con la oscuridad, jugar

Nocturna costumbre
de existencia lúgubre
que palidece su rostro
al sol de la luna.

Con paso decidido
y, en el fondo, sin permiso,
te adentras en este abismo
de incertidumbre.

Y llevaste así esta carga
durante largo tiempo
con la existencia de mi alma
con la pesadilla de tu cerebro.

Y ahora residimos juntos
con el mismo nido, las mismas
aves, los mismos hados
nos juntaron en sus naves.

Y navego buscándote
en este silencioso mar
oscurecido por las legañas
de un sueño encontrado.

A pesar de todo, del azul
que impera en mi reino,
del azabache que conquista
este suelo

sigo pensando en tus ojos
pardos, verdes, con reflejos
del hielo que aflora
y que descongelo.

Y que tu mirada
sea el puente
que unió esta soledad
con tu natural felicidad.

Que juntos podamos
triunfar, sobrevolar
esta desidia infecta
que asola la ciudad.

Que quererte es el hábito
de los suspiros que huyen.
Que besarte sea mi alma
escapando de los pensamientos
con un suspiro, al vuelo,
volver a vernos
todos los días
juntos

de nuevo.

sábado, 8 de marzo de 2014

Hoy, la he vuelto a ver

Hoy, la he vuelto a ver.

Andaba a mi lado
y yo anclado
a sus labios.

Iba sosegada
con su caos, ansiosa,
de la llamada.

Mi voz se alzó,
la rodeó,
la calmó.

Ahora duerme
conmigo, arropada
porque es de noche.

Y yo la
beso. No
quiero que
vuelva a estar fría.

Hoy, la volví a ver.

Me gustaría probar
sus ojos de otoño primaveral
las clavículas, que son la clave
de su sonrisa celestial.

Hoy, quiero soñarnos.

Aunque seas el huracán ambulante
prefiero este desorden
contigo, en alguna parte,
quiero rodearte, bonita.

Sonríe, no tengas malicia
que yo, en completo silencio
completaré tus huesos
y te daré besos
a lo lejos.

Hoy, te quiero con los gritos en silencio.

Te quiero como la noche
eterna, con las estrellas marcando
el camino, con tu invierno derretido
y qué hacer contigo
si esto, ya lo sabes,
no es lo primero que te escribo.

Hoy, la he visto irse.

Y no me he puesto triste.


Porque la veré conmigo venirse.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Tengo una espada pequeña

Tengo una espada pequeña,
afilada, que corta
las telas tejidas
por mi infancia.

De vez en cuando,
la uso con gracia y sutileza.
No se dan cuenta de
mi mano de cirujano.

Y los prejuicios cuento
con los dedos, poco a poco,
sin darme cuenta
de sus ojos de un otoño cercano.

Tengo una espada muy pequeña,
con la sangre en el filo de ella.
Ella, en el suelo, descansa
y yo la contemplo en el infinito.

Así, con sus ojos cerrados
y sus alas expandidas
es más bonita.

Así, con mis manos ensangrentadas
y mi revólver encasquillado

puedo vaciarme mejor.

lunes, 3 de marzo de 2014

Tengo

Tengo un revólver dorado
lleno de espigas negras.

Tengo el techo a mi lado
y a tus canas revueltas.

Tengo tu pelo enmarañado
enredado entre mis piernas.

Tengo tu sonrisa impregnada
en el cuello cerebral.

Tengo tus labios mojados
entre mi abismo bucal.

Tengo el miedo controlado
y la mentira, dominada.

Tengo un domingo ahorcado
y tú un lunes de reina.

Tengo un revólver plateado
cargado con tinta divina.

Tengo un lápiz marcado
como peligro de extinción.

Tengo un universo lleno
vacío por tu ausencia.

Tengo dedos mágicos
y tú me haces magia.

Tengo todo lo que te he contado
pero no lo tengo todo.

Tengo la necesidad de tenerte
sin tenerte, porque así, al verte,

abro los ojos, y el no encontrarte
en estas sábanas me tiene loco.

Tengo un gusto por esta cordura
que pende de un hilo.

Tengo una última bala.

¿Será mi último tiro?

Merece la pena

El horario de trenes siempre es el mismo.
Siempre hay varias horas dispuestas
en fila india, ígneo el ambiente
todos los días. Todas las horas. Disponibles.

Un tren de un color distinto
se cruzó en mi camino. Me dejó
en la estación del verano
con una soledad implacable
y los labios ya no mojados,
resecos por el calor.

Y allí me quedé,
mirando al cielo caer.
Y llegó un avión
e intentó salvarme
de aquel Edén
que yo no aprecié.

Y caí. No volaba muy alto,
pero tengo un esguince.
Camino cojo, sin sol,
sin calor, sin jardín,
sin cielo, con una estrella
de noche, perdido en la esencia
de su perfume, bailo con las rosas
de la negrura y, en la superficie
reflejo mi amargura con dardos
envenenados de sarcasmo.

¿Y cuál es el problema
si tengo la puntería llena?
Llena de experiencia.

¿Y qué pasa si ahora
prefiero soñarte despierta
antes que quedarme con cualquiera?

Y el papel no contesta.
Y sigo escribiendo con
estos pedazos
a cuestas. Cuesta.

Pero merece la pena.

sábado, 1 de marzo de 2014

Un viaje

Llevo viajando 19 años
con la montaña rusa y japonesa
en la espalda, bien amarradas
y el ansia de la adolescencia.

Iba con los ojos entrecerrados
porque hacía mucho viento.
Los árboles del mar siguen de pie
pero yo me he tambaleado más de una vez.

El agua que estos respiraban, yo la podía ver.
Pero no podía beber, porque no era mía.
Por eso, ahora tengo sed. Pero no tengo
fuerzas para beber.

Y me fui a buscar el césped de la almohada
con varios puñados y un poco de sal
encontré a la sustituta ideal. Momentánea,
pero ideal.

Y vi tus espirales. Y navegué enrededor
hasta haberte conocido sin hablar de mí.
Con mi telescopio surcando las curvas
del monumento que te hicieron en aquella isla.

Y vi tus huesos. Perdona por ser tan grosero,
pero no encuentro un verso hecho a tu medida.
Que podría abarcar de un lado a otro con este barco mercantil, pero no sería suficiente para ti.
Y vi tus besos.

Llevo viajando 19 años
y en esta montaña prefiero asentarme.
Tengo vistas bonitas. Allí, una luna.
Allá, su manto negro protegiéndose
la una a la otra.

Abriré bien los ojos
mientras esta se cierne sobre aquella.
Y así los tres podremos ver
al tiempo, si existe, pasar, nadar,

morir. Volver.

Perdí el bote

He calibrado, o he intentado,
todos los pensamientos de mi mente.

Pero son tiempos nuevos,
en Roma nos encontraremos, amor.

Y con tu tradición de por medio
he escrito varios versos que aquí te cuelo.

Con el corazón en el aire
y la pluma ennegrecida (aún más)

No sé qué escribir para
consolarme. Pienso en ti,
y bueno,
se me van los males.

Qué moderno es esto del lápiz de color
tintando las pinturas de tus labios con pasión.

Aunque tal vez lo más simple,
lo más sencillo
sea dejar de oírnos.

¿Qué ha_emos?