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sábado, 29 de marzo de 2014

Divinidad

Te he llamado tesoro
y reclamaron personificación
pero es que vales más que todo el oro
que pueda haber creado el planeta entero.

Te he llamado cielo
porque, al mirarte a los ojos
veo dos estrellas oscurecidas
que brillan si las trato como ángeles.

Te he llamado hermosa
porque desde dentro hacia fuera
y viceversa yo te comía sin demora
el decoro lo dejaría para el salón.

Te he llamado pequeña
porque en mis brazos te acurrucas
se eriza mi alma cuando en tu manto
pierdo todos los nervios y duermo.

Te he llamado perfecta
porque tus huecos están encajando
con mis defectos, y tus virtudes
me ayudan a ver la luz.

Te he llamado de varias maneras
pero eres inefable. Puede ser ironía,
pero no hay poesía ni prosa que te describa
¿Eres mía? Ojalá así fuera
yo siempre te vi inalcanzable, ya lo sabes,
que mis labios echan de menos tus caricias
no hace falta que te lo mande, ni siquiera
debería escribir, no soy nadie y mi tinta
dice que quiere conocerte con lentitud
saborear todos tus versos y ser uno.

Pero perdí la fe. Y apareció mi ángel.
Le pinté alas, pero levantó un huracán

y, a deshora, me despeinó.

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