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jueves, 6 de agosto de 2015

Un suicidio pronosticado

Dígame, señor agente, ¿cuántos disparos necesitó para dar fin a su angustia?
No muchos, mi señor. La cantidad no creo que tenga relevancia alguna para usted, acostumbrado ya a estas horas a perder la cuenta.
Recuerde, haga un esfuerzo por mí. Tras esto, nunca más volveremos a hablar.
Y si tal vez es por eso por lo que aún estoy en la cuerda floja... ¿qué pensaría?
Hable.
Siete, mi señor.
¿Y cómo es que has logrado llegar hasta aquí?
Porque, así lo pienso yo, antes de llegar a la felicidad que buscaba con mi último gesto, es menester que sufra algo para saborear mejor el cielo.

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