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lunes, 2 de septiembre de 2013

Encrucijadas

El centro de este pensamiento
está basado en hechos meramente
científicos. El problema radica
exactamente en creer que
un señor de bata blanca
puede resolverte la vida
en un par de miradas blancas,
ojos cristalinos y serpientes
calzadas como guantes, buscando
una inspección gratuita.

He patrocinado mi odio
y mi desprecio, y vivo de ello
y no me arrepiento en ningún momento
de haberte desafiado con los ojos
y pensar “estás muerta por dentro
y demasiado atractiva por fuera”.

Le hablé despacio con mi pobre
manejo del vocabulario, le pinté
cielos demasiado oscuros
nubes demasiado claras
y se le puso una cara
de perpetua desgana
así vive ella mientras da
a todos los demás
un poco de su capacidad
para amar.

Y mientras, yo la rechazo.
Ahora entiendo lo que me pasa
sé que estoy destinado a un fracaso
la culpa es mía, trato mal a la vida
y a la recuperación de su esencia
eso me quieren hacer ver
yo me río
y sigo con mi cuaderno
y en mitad del río
de tinta, sonrío
soy capaz de hundirte conmigo
puedo hacer que veas el cielo
mientras me abandonas y piso suelo
duro suelo que se clava en mis sueños
y los trae de vuelta de su viaje perpetuo
estaban condenados al abismo, sin recelos
los acojo en mis brazos, les susurro un verso
se calman y vuelven a ser utopías de un loco
son mías, y no las quiero poco
pero por favor, no se podrían cumplir
al menos una vez al año
aunque tenga que suplicar
un poco de piedad
y cada vez me veo más amarillo
tengo la certeza de rehuir el azul marino
el celeste, cogido de la mano con el blanco mohíno
todas las combinaciones se me escapan
mis oídos se tapan a ellos mismos
porque no quieren escuchar una palabra familiar
una frase que sentencie mis oraciones
que selle bajo tierra mis relaciones
con las letras que repito en mis poemas
de amores perdidos, certeros y cernidos
básicamente en un sueño ya fallecido.

Y, a veces, tengo
la sensación
de que me huyes,
amor,
por el simple hecho
de querer cuidarte
como al señor mayor
como a la dama de honor
como a una mujer digna de mención
como a la ladrona inculpada
con alta traición
por haberse llevado mi corazón
hacia un nivel superior
haberlo mostrado
y con los pedazos
hacer una estatua
que honre mi pasado
me pregunto qué tendrán ellos
que se acabarán yendo
si yo te prometo compañía
hasta el final del paseo
no por ser egoísta
si no porque el camino
no es como lo pintan
puedo hacer que cambies
de miras, me pregunto.

Me responden el vacío,
el eco y la soledad.
Termino la carta que nunca mandaré
porque en la hoguera terminará.

Porque nadie la quiere leer
porque nadie la va a querer
nadie le quitará las arrugas
y le hará buen ver.

Porque este papel
está acabado

arde en la hoguera.

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