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viernes, 11 de octubre de 2013

Sf

Hablo bajo la incomodidad
de tus labios.
No sé qué hice para estar
tan atrapado.

Tengo la solución; cortar
de raíz y regar
el mar salado
con mis dulces lágrimas
con mis dulces lágrimas.

Que a su vez lloran por su musa
muerta.

Despiadados aquellos ojos
que se atreven a usar
el martillo de la justicia
para corromper
para corromper.
Con su avaricia...

¿Qué pasa, niña,
si te digo que
tus letras me
inspiran?

Inhalo aire suficiente
para estar de pie.
Escribo versos fieles
para no
desfallecer.

Las recompensas sólo llegan
los viernes.








Salud.

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