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domingo, 20 de octubre de 2013

Hablando solo con ellos dos

Últimamente llegan comentarios a mi cabeza
me piden consejo sobre la certeza
de la existencia de un Dios que se nos aparezca
al final del túnel con su gabardina bien puesta
y nos diga: “¿cuáles fueron tus pecados?” Esta
pregunta, ¿tiene respuesta? Aquí lo comprobamos:

Señor, le pido por favor, no me mate, no, no, no!
Ya estás muerto, enclenque, eh, no insulte
no le dije que su religión ya no existe!
¿Y qué haces hablando conmigo, amigo?
No tengo tiempo para contestar eso, viejo,
pero sí que puedo decirle que yo reinventé el miedo,
al miedo le quité las arañas y le di alas, y en el vuelo
hacia el mañana me lo cargué de un tiro, ya te digo,
no me mires con esa cara, es así, como te lo cuento,
no seas crío, esas barbas no indican lo mismo
Deja de hablar solo, estás muerto, sabes que la realidad
no me la invento, exacto, pero yo a ti sí que te extraño
porque antes eras bueno y ahora eres malo, aunque sea huraño
y te escriba versos raros, no me critiques, te tuteo por algo
improviso las líneas para decirte que te amo, no a ti, carajo,
sino a ella, déjame escribirle algo, no lo leerá, payaso,
eh, no te pases, sabes lo que me hago, tengo atención suficiente
como para salir del paso y hacerle ver que la quiero, que no es algo
mundano ni comercial: mi corazón puse en una jarra de cristal
se la envié a su casa y cuando me respondió mi tinta ya no estaba
la sangre se la bebió y se quedó con mi alma entintada, ¿lo peor?
No me arrepiento, siento que hice lo correcto, por eso ahora mismo
no puedo... parar, sigo escribiendo... sin pensar, sintiendo el ritmo
que el aire me hace respirar, no inspiro sonrisas pero tampoco lágrimas
me arrepiento de todas las veces que impuse mi lápiz sobre láminas
ando recuperando el tiempo perdido entre mis ánimas, mi ánimo
sigue bajo, por los suelos, underground, como este verso que suelto
cabalga por tus oídos si recito, rueda por tus ojos si lo publico
¿Qué hago, Señor? Indíqueme el camino correcto, por favor...

[Lluvia de fondo, suena el arte en el campanario
los rezos ascienden como el ave fénix centenario
el mesías, que nos guíe, por favor, haga de esto
lo más sano que nunca tocó]

Tengo serias dudas sobre mi existencia
algunas veces pienso que debería suicidarme por insistencia
de aquellas personas que reniegan de mi poder y mi paciencia
para darles placer, vida y cenicientas, aunque para ellas
también hay reyes que les dediquen la vida entera, y, sin embargo
todos se rechazan entre todos, la mezcla es muy diversa
demasiado heterogénea, y yo sigo loco, mis flechas nunca funcionan,
siempre me equivoco, desvié mi puntería por algo más de fama
entre la melancolía y el suspiro, la tristeza y el mirlo
que vuela por un poco de libertad sincera,
yo lo he asesinado, perdónenme todos los enamorados
rompí vuestras esperanzas y ahora piensan que no hay salida
no se preocupen, niños y niñas, saldrán, saldrán
sólo tienen que seguir pensando en que mi existencia es clave
para vuestra vida.

[Y así fueron pasando los días,
que dejaron paso a los meses,
y los años llegaron sin pena
ni gloria. El banco seguía en pie
y él, sentado, murió
con el último verso

en el lápiz incrustado.]

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