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miércoles, 9 de octubre de 2013

El paseo en el bulevar

Míralos, ahí están esos dos
encima de un piano
uno es saltón, ella es más
dulzona, se agarra al saxofón
creando armonías que enredan
almas en fila, en diagonal y al revés
los tiene a todos locos pero contra él
es débil, ahí está, sin nada más que
hacer, tocando unas teclas inventadas
por su imaginación.

Pasa desapercibido al caminar
bajo un amanecer otoñal
la sudadera es azul y su gesto
añora la primavera invernal.

Ella es una reconocida modelo
rompecorazones, recoge las flores
que le lanzan los hombres que la ven
caminar despacio por la acera, se dan
la vuelta, cierran y abren los ojos
quieren saber si ella era de verdad
o solo un sueño pasajero, inverosímil
y perfecto.

Míralos, ahí están los dos
cogidos de la mano tras
el baile en el salón.
Se fueron conociendo poco
a poco, hasta descubrir en el interior
de cada uno de ellos
que sus vidas estaban demasiado unidas
como para caminar más solos.
Y así construyeron un castillo flotante
donde posen las fotos elegantes,
los recuerdos, los besos y las lágrimas
de alegría, exprimidas al saber
que se volverían a ver

día tras día.

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