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miércoles, 16 de octubre de 2013

Musa de carbón

Huelo tus labios como si ayer
hubieras estado
en esta, mi habitación.

Soledad abunda en este suelo,
esta almohada te echa de menos
la cama sigue sosteniéndose
a pesar del vacío, a pesar del hueco.

Tu pelo recién sacado de la cascada
envuelve mi corazón y lo arrastra
hacia un abismo de canciones solitarias.

Qué ritmo tienen tus caderas al andar
tu monte me enamora, tus senos me llaman
es mi impresión, ya lo sé, pero sigo creyendo.

Mi fuel se acaba, mi gel se congela
antes compartíamos revistas sobre cómo
amar. Ahora extraviamos recuerdos
al mar.

La piel muerta no quiere mudar
y la arrastro con desgana
se ha ensuciado
más de lo normal.

La luna vuelve a asomar
busca estos ojos en los que poder
llorar. Mírala, gira la cabeza, lector
que sea de día no quiere decir
que no la contemplemos.

¿Acaso los desaparecidos
se han acabado del todo? Este
sentimiento sigue patente, no se acaba
aunque lo encierre, lo pienso
y se me viene abajo la mente
mis principios latentes me dicen
que quiera, que quiero querer,
que quiero que me quiera, que
si me quieren y no quiero, que
no me altere, necesito tiempo
algunas veces.

Ayer volví a soñar
con la musa de carbón.
Se volvió cenizas

en cuanto tocó mi armazón.

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