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lunes, 12 de agosto de 2013

La verdad

La ciudad estaba un poco confusa
era el calor que azotaba
las palmeras difusas.


La fuente no paraba de manar
el agua que necesitaba beber
para poder estar casi bien.


Pero no era suficiente; mi cuerpo
no estaba acostumbrado. Necesitaba
ese algo más que pudiese animarme.


Entonces la paloma se posó
sobre mis piernas, mientras yo
en el banco descansaba.


Ella me dijo que todo pasaba
que la verdad llegaba no en tanto
la buscase, sino en cuanto la
necesitase.


¿No tenía esa necesidad? Pregunté
con la curiosidad adornándome por dentro
y ella me dijo que no, que estaba equivocado
de nuevo.


Debes escapar a toda realidad
que te sea cercana. Evade
la verdad y la verás

sana y salva.

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