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domingo, 8 de diciembre de 2013

Llevo tres semanas sin dormir

 Llevo tres semanas sin dormir.
Tras cuatro lamentos lanzados al cielo,
me rindo. Sin tu presencia, me evaporo
y mis genes quieren captar mi atención
a base de picores internos.

Tres días después de tu marcha
cogí tus zapatos, los tacones con los que
nos conocimos y tu pintalabios azul oscuro.
Trajimos juntos un mar lleno de luces
y te las has llevado todas junto a mi corazón.

Un suspiro lúgubre empaña la cueva
donde me han encerrado tus esbirros malévolos.
Me atrevo a describirlos, sin miedo, porque sé
que la muerte es próxima y que mis flechas
volaron en direcciones erróneas, y ellas
brillaban, y yo ahora lloro con la misma luz
que ellas llevaban impregnadas.

Y tú te acercas a mi cadáver evaporado.
Mis lágrimas bailan encima mía con un ritmo
endiablado, pero no poseen acritud, simplemente
te agradecen la existencia, porque es lo único
que quise decirte a través de todos estos años.

Llevo tres semanas sin dormir
forjando el metal que represente nuestra
corta vida. Tiene forma ondulada y sabe
al cielo de tu boca, a tus caderas peligrosas,
a tus senos curvados y a tus miradas rotas.

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