Banner

jueves, 20 de febrero de 2014

Una carta abierta

Hola, transeúnte.

No sé cómo has llegado aquí. Tal vez, y solo tal vez, seas un nuevo viandante que se ha equivocado de calle. Tal vez, y solo tal vez, seas un habitante rutinario de esta esquina con pisos subterráneos que buscan el cielo. Perdón. Esta no es la intención de esta carta.

Cuando alguien lee las palabras de otra persona y esta persona ya no tiene nada que ver contigo, tiende a interpretar esas palabras, esas frases. ¿Para quién será? ¿Qué quiere decir? Por desgracia, si se ha marchado, o si te has ido, no podrás controlar esto. Tenga en cuenta, transeúnte, que no le estoy hablando usted, sino a mí mismo. Yo no puedo quedarme quieto en un sitio al que ya no pertenezco. Por eso, voy a hibernar hasta poder recuperarme y salir a la luz y el riesgo que conlleva: que te vean.

Descubrí esto hace ya muchos años. Sin embargo, el grado de implicación fue aumentando. Primero fue Marta. Lejana. Literalmente. Yo no era como soy ahora, al igual que ahora no soy como seré dentro de varios años. Pero yo no estaba hecho para esas cosas. Inseguridad. Miedo. (Des)control. Celos. Ah, celos.
Salí de una para meterme en otra. Beatriz fue un bache infernal y anecdótico, bonito y frío, útil. Aprendí que, en mi caso, un vacío no se rellena con otra persona. Me gustaría reiterar la parte donde digo en mi caso. Y menos si esta persona pretende solo divertirse. Qué recuerdos...
Desde entonces, me di cuenta de que estaba más que mentalizado para estar a solas. Llegó mi año. Mi artista favorito venía a verme. El amor se cruzó con un par de astros y bajó a saludarme. Me presentó a Lorena.
Si eres un transeúnte pasajero, puede que te pierdas en estos momentos. Pero haré todo lo que pueda para guiarte. Para los que se consideran más habituales, no hay mucho que explicar. Ustedes lo vivieron conmigo.
Ella fue lo primero en todo. Tanto para cosas muy buenas como para cosas no tan buenas. Las relaciones están conformadas por dos personas, y las personas cometen errores y aciertos. Ella y yo cometimos nuestros errores y aciertos tanto juntos como separados.
Y la vida siguió. Y yo tenía una experiencia encima de la que no me arrepentía, nunca lo hice y nunca lo haré. Digamos que la experiencia es como la información: poder.
Volví a la preparación mental. He llegado a la conclusión, hoy, 20 de febrero de 2014, que la soledad no se merece que solo la visite cuando estoy mal. De vez en cuando debería llevarle un ramo de flores. Cantarle alguna canción. Tal vez escribirle algún poema, pero no rechazándola y quejándome de su compañía.
Como decía, volví a mis andadas. No había ninguna flor que tuviese un color especial.
2014. Parece ser que adelantar acontecimientos positivos no está en mis genes. Sí los negativos. Piensa mal y acertarás, supongo. Dije que sería mi año. Él volvía, de nuevo, a verme. Pero esta vez no iba a ir solo. O es lo que parecía, repito, a día de hoy, 20 de febrero de 2014.
Irene ha supuesto un punto de inflexión. He descubierto más cosas sobre mí, en muy poco tiempo. A día de hoy, 20 de febrero de 2014, probablemente me hubiera gustado que este muy poco tiempo pudiese ser expresado de otra forma. A día de hoy.
He luchado contra mi otro yo. Si es la primera vez que estás aquí, puedes encontrar una cierta presentación más abajo. O más atrás. No sé. He descubierto quién soy. He defendido mis principios. He visto que puedo volver a querer. Bueno. Podía. Me agota querer. No querer a tus compañeros de clase, a tus amigos que siempre están (y siempre estuvieron), a tu familia. No. QUERER. ¿Precipitado? No te lo niego. ¿Exagerado? Dos veces. Dos veces. La primera acerté. No creo haber fallado la segunda. Llámenme exagerado. Llámenme dramático, paranoico. Controlador.

¿Se han dado cuenta de lo bonito que es hablar de lo que está reciente? Con la carne ardiendo. Las cicatrices ahí están, ya ustedes están cansados de verlas. Lo fácil que es tratarlas. Pero esto es una carta abierta. No voy a andar con rodeos.

Desde aquí (y sin tener por qué decirlo), quiero afirmar que no me arrepiento de nada. No porque yo lo haya hecho bien o mal, sino porque lo hice. Fue mi decisión. Siempre pensé en ellas. En sus decisiones. En sus consejos. En sus palabras. ¿Por qué les iba a echar algo en cara? Ellas me cuidaron. Podría decir que me han moldeado. ¿Qué miedo hay que tener? Puedo tratar perfectamente con todas ahora mismo.

Menos con una. Porque está reciente. Porque, sí, es culpa mía. Es culpa mía ser así, porque ellas me moldearon para bien. Pero, ¿acaso está mal mi concepto de querer? No. Pero sigue siendo culpa mía.

¿Mi problema? La falta de comprensión. ¿La causa? Una diferencia que no se basa en un simple número. ¿Estoy siendo críptico? Ustedes y yo sabemos que no.

Nunca te molestes cuando alguien te señale algo que piensa que no estás haciendo bien. Tómalo como un consejo para mejorar. Para, incluso aún más, ser mejor persona. Mejor partido. Tú lo eres. Pero que no seas compatible conmigo no quita nada. No leas esto y sueltes tu media sonrisa de placer. Lee esto y date cuenta de que todo fue verdad. Vuela. Tal vez... tal vez.

Habrán captado que esta última parte ha sido un poco céntrica. Es la consecuencia de lo temprano. De lo reciente. ¿Y creen que no me van a leer nunca? Aquí me tienen.

<///3

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.