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jueves, 27 de febrero de 2014

La Luna y su manto

Con la mirada clavada
sujetada por leves anclas
perdida en una nube gris.

Así, navegando por mis aguas
ríos de tinta blanca
encontré tu pelo azabache.

La tinta se oscureció
con el pasado que vivimos
con el futuro pintado de color.

Esto es un escrito a la fe
que yo hallé difuminada
mientras perdido caminaba.

Perdida mi esperanza, tú
y una luna de nácar
me sacaron de mi abismo virtual.

Porque existís, y esa es razón
suficiente para mí. Quiero decir,
que cumplís mi mente y mi sentir.

Aunque no lo sepas,
hoy te he visto
pero un poco mejor.

Llevaba gafas, y tú
no una capa, sino
un velo con gracia.

Y así, sin saber qué
más decir ahora, porque
el presente, dice, no existe.

Por eso aquí no hablo
de mis patrañas surrealistas,
sino de lo que tengo, o tuve y tendré,
y son una luna en el cielo
y un cabello, una manta,
de negrura existencial.
Las dos juntas me acompañaron,
aunque, esta vez, prefiero decir
me acompañarán, porque
aunque él no exista, ellas

sí existirán.

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