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lunes, 6 de abril de 2015

Navegación en alta mar

       Posando el borde de mis dedos en el espacio, he buscado faro que guíe, me guíe y nos guíe. Navegando a través de borrascas impertinentes y calmas sofocantes, te he encontrado a ti, buscadora de estrellas en las noches aciagas. Con tu calma, la brisa de tus pasos y el manto ondeando por bandera de la sensualidad, he encontrado una fuente que irradia pura felicidad. Bebo, sediento, pero poco a poco, con ansiada tranquilidad.

       Arrimados el uno al otro, el mar sigue creciendo y bajando, arremete de vez en cuando contra nuestro barco, pero cada noche que muere a las orillas del aposento, cada día que se agota a la luz del sol, con el tiempo izando la bandera de las agujas, la navegación es perpetua. Y en este mar me hallo con el objetivo de ser el que lo drene, el que consuma todas tus aguas malditas y las queme en un lugar donde el olor no nos alcance. Sí, seguiremos navegando, aunque las gaviotas no nos quieran acompañar. 

       Los peces no nos rehuyen, nuestras miradas siguen entrelazadas, no queremos desperdiciar el momento eterno. Ahora, que el velo nos ampare en esta soleada y blanca noche, donde tú, con tu manto, me protejas, y yo, con mis llamas, alumbre el camino que nos espera.

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