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jueves, 8 de mayo de 2014

Estoy muerto

Soy de esos que nunca
se han parado a pensar
cuántas veces
se han querido suicidar.

Prefiero detenerme
en un cómo,
es más sólido, menos fugaz
que un cuánto, vacuo, nulo.

¿Tú, lector, o lectora
lo sabéis? El cuánto.
Aunque, si me dicen el cómo
no estaría mal.

¿Yo? He capturado
este cuerpo, ahora inerte,
que yace bajo la cama.

Soy el metal oscuro
que captura todas las almas
con algo de esperanza.

No penséis más en él
—si alguna vez lo hicieron—
ya está muerto.

¿No sé escribir? Qué importa.
Usaré sus medios para traeros
las noticias que salen de su (mi) boca.



La tinta se me fue de las manos
y ha caído en un folio blanco
ennegrecido por el paso de los años
y por todas las penas, heridas y
magulladuras que su propio
veneno le regaló.

El escorpión está débil
y no sabe a qué aferrarse
su mente es demasiado fuerte
y no hay buen sentir.

¿Quién salvará a quién?
¿Importa ya su vida?
No tiene escapatoria
ni huida. Qué ruina.
No le tienen simpatía
por haber sido
un cadáver

en vida.

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