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domingo, 19 de enero de 2014

Un domingo en el bingo

Las botellas alejadas de nuestros ojos
las miradas acercadas con cristales de azufre
el azúcar de nuestras venas mezclado con
el café durante un domingo en el bingo.

Las luces parpadeando y buscando manos
a las que adherirse. Una herida abierta en canal
por tus dientes de suicida. Supuesto amor el
que sientes por un corazón rasgado con tristeza.

Las rubias silenciadas van cayendo poco a poco
por el valle, el abismo donde los cadáveres
de tus emociones yacen copulando, no están
muertas, yo me las he terminado de comer.

Un domingo en el bingo. Donde el vicio
de nuestro roce haga cariño, sexo y un
poco de veracidad en las palabras del final:

te quiero amar desde aquí, hasta allí, sin parar.

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