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jueves, 9 de enero de 2014

Fotografía

Le acabarás echando de menos,
le dijo ella con el tono
de los halcones que vuelan alto
mientras baten sus alas con suficiencia
porque conocen a ciencia cierta
el futuro, lo que les guarda.

Loca, estás loca,
desvarías. Está enfermo,
no supo cuidarme
lanzaba besos al aire
y todas sus caricias
estaban vacías:
solamente buscaba
lo que no se merecía
ni siquiera mi presencia
se ganaba día a día,
al revés, encontró lo que,
sin querer, pedía:
la huida de su vida
por siempre, ¿no lo ves?
Ya te lo dijo él.

El ataque de ira sorprendió
a la mujer, la hija estaba mirando
hacia él, a través del cristal
mientras los ojos se derretían
fundiendo lágrimas de metal
que se endurecían
en su piedra sin saquear
el corazón le latía
solo para alimentar
lo que ella veía como un premio
lo que él vio como su mansión
lo que, ahora, echa de menos.

Sin embargo, sola no está
tiene nuevo habitante
y eso le hace sonreír
él no es feliz y le costará
pero al menos sabe
que ayudó a una persona
a mejorar —quiere creerlo
no estaría nada mal.

Los días pasan y ella sigue
mirando a la lejanía
buscando al lejano
mientras el cercano
está en otra dimensión
buscando el tiempo que,
atrapado, no deja de pasar
con paso no acelerado,
más bien templado
al ritmo sincopado
de las armas mientras en fiera
lucha se enzarzan, enarboladas por soldados
de piedra que quietos y calmados quedaron
fotografiados por siempre
así el alma de él se quedó
así ella espera a que un fuego

arrase con todo su estupor.

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