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sábado, 28 de febrero de 2015

Visiones distorsionadas

Una estrella en su esfera me pidió que me metiera. No fue sorpresa el descubrir que un mundo nuevo se abría ante mí. De país en país, fui mudando mi hogar: hoteles de lujo, moteles de una noche, orfanatos  hambrientos, museos incomprendidos. Una de las obras de arte que encumbraban este planeta me dejó perplejo: una mujer que, dependiendo de dónde se posara la vista, parecía huir de su amante o buscarlo con todas sus fuerzas. El efecto óptimo me transportó a las tinieblas del sentimiento, donde me quedé acongojado durante un tiempo.

Tras ver algo de sol y una película visionaria, mis ojos perdieron el norte y ya no sabían a dónde mirar. El desorden estaba a la orden del día, y no existía sinsajo para mí. No lo entendía. No comprendía por qué. Pero él siempre me decía: ¿tanto preguntar? Y yo le respondía que ahí buscaba mi oxígeno, en las preguntas. La respuesta en la pregunta. Las dudas de la respuesta. El ciclo siempre comenzaba de nuevo.

Volví a por mi cuadro preferido de aquel museo perdido, y ya no estaba. ¿Quién lo había quemado? Tanto tiempo invertido... Y yo seguía con mis preguntas, buscando aire. ¿Dónde me dejaron el oxígeno? Hoy todavía veo niebla en tus ojos, la duda apoderada de tu decisión. ¿Y qué hago yo mientras tanto? Simplemente, sigo esperando el golpe definitivo que abra esta burbuja...

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