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martes, 24 de febrero de 2015

Más frío de lo normal

Las farolas de mi calle, últimamente, se dedican a dormir más de lo acostumbrado. Sus pupilas quedan empañadas con los alientos desesperados de las mujeres abandonadas. Aunque el hecho de calificarlas de abandonadas es erróneo, porque, aunque no lo crean, existen mujeres que nunca han estado acompañadas. Es verdad, es respetable la soledad de uno para consigo. La compañía de la propia conciencia. Pero no es este el caso que yo quisiera dilucidar hoy, en esta noche que enarbola más frío de lo normal.

Y es que la ausencia no es madre de ninguna ciencia. Con paciencia, busco sutiles maneras de escapar al pensamiento negro, con tentáculos viscosos y alargados que solo me desean el limbo interior. Y es por esto que escribo, y que soy, y deseo. Que existo y respiro. Saca el café, charlemos.

El frío fuera de lo normal que ha traído esta aciaga noche ha congelado mis dedos, y es por esto que aquí, hoy, ninguna imagen se posa en el alféizar de mis ventanas. Todas unidas por el mismo conducto vacilante. No controlo, caliento y rozan tus venas, sienten la pena y la absorben poco a poco. Déjame quedarme esta noche, tus estrellados sueños serán mi techo, y el vientre de las Bermudas, mi ocio eterno.

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