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jueves, 12 de febrero de 2015

Figuras imperfectas

En una esquina, cerrada con cartuchos de arma violenta, sin paredes, rota, y roto, observando el vacío. Los tentáculos hambrientos me llaman, y yo me resigno, y las plumas desaparecen, y la cama deja de existir, hoy toca la muerte (al fin).

Pero allá no existe la nada, y todo es transparente. Solo hay algo. Lo que buscaba. Deseé dejar de serlo, para poder rozarme. Y ahora, aquí estoy. Con el tiempo a mis espaldas, danzan ellos libres, sin pensamiento ni preocupación. Por fin, he recorrido el círculo de mi estancia. En una esquina. Cuadracircular.

Todo medido para terminar. El comienzo no lo vimos, pero nos ahogaremos en el final. Yo y solo yo, que ya son dos, claro, porque los demás se fueron. Sí, el resto desapareció. Hace mucho tiempo.

En una esquina busqué respuestas, preguntas inteligentes y clases abiertas. Demasiado odio recorría las venas. Pero no se fueron, se quedaron, se limpiaron, como yo, en esta esquina. Un triángulo de desidia, de abandono y de soledad perpetua. Con transparencia llegué, las luces me enfocaron, y ahora me iré, fui ya destronado.

Por eso vine aquí, un rato. Me gustan las luces apagadas que alumbran la ciudad que siempre imaginé. El sol pálido por tu belleza y yo de rodillas ante tal magnitud corpórea. Supongo que me daré al veneno enrojecido por tus mejillas.

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