Hola. Estoy desangrándome
y con mis últimas gotas
aún sigo pensando en ti,
después de tantos años,
después de tanta gloria.
Aunque solo disfrutara
un año, yo espero haberte entregado
lo mejor de mí, de mi alma,
de mis dedos, de mis manos.
Por todas las cosas que te mostré
y tuviste que asimilar, con gusto
o sin él. ¿Recuerdas las canciones
que solíamos cantar al son del sol?
El maestro rizado me dio el tono
de voz adecuado. Ahora... ahora
espero que su última obra
te haya gustado.
Que sus palabras te hayan
recordado a mis abrazos.
Que mis suspiros sigan
en tus ojos dormitando.
Que mis lágrimas no fueron
en vano. Que las tuyas me
hacían daño: no estabas feliz
y eso, pequeña, sabía amargo.
Durante todos estos años,
ahora fallezco entre mi sangre,
y aún te sigo teniendo en mis
venas,
aún te sigo plasmando en mi arte.
¿Me guardas rencor, pequeña?
Por haberte odiado y amado
a lo que tú piensas que fueron
partes iguales.
Que yo sufrí por ti más
que te odié, lo saben
desde aquí hasta Marte.
Déjame tu último beso.
No, no estoy cuerdo.
Sí, me estoy muriendo.
Y quiero un último suspiro
que lleve todos nuestros recuerdos.
Que de la mano
te llevaré en mi alma
que mi corazón siempre
será tu casa.
Mis fuerzas flaquean
porque me falta la sangre
sangre que te llevaste
te llevaste mi corazón, lo
agarraste
con fuerza y tiraste de él hasta
vaciarle
y ahora, mírame, pequeña y dulce
presidenta, sigo sin aire, sigo
sin...
MANUscrito
quemado
y
reavivado.
De las
cenizas junté
trozos
y trozos
horas y
horas
y años
y años.
Yo
mismo lo contemplé
antes
de su desintegración
y ahora
lo he redactado.
Transcrito
está y, no habiéndolo
escrito
yo, mi pluma se halla al final
de
todas las palabras.
Tal vez
nunca fui único.
Tal
vez, ni el único.
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