Como la montaña que quiso tocar el cielo y no pudo crecer. Demasiados abismos, demasiado escarpada. Sola, en una isla tropical, donde la lluvia impide a la esperanza habitar. No podemos dormir juntos porque me aplastas. Me falta el aire al verte caminar, y no puedo crecer más. Lo intento, porque hay que trabajar, practicar el esfuerzo. Esperar la esperanza con gotas de suerte en la espalda. Unos ojos que transmiten vida al mirar. El ojo de Dios. Los ojos del cielo. El manto ante el frío.
Me siento pequeño en este lugar. Cuando pierdo la visión, no sé hasta dónde llegaré, dando pasos en falso, si algo fuese verdadero. No hay uno sin el otro. No se podrían reproducir, ni existir tan solo. ¿Hay alguien ahí?