Las
siete de la tarde
y
yo en esta esquina
escribiendo
bajo el invierno
de
una primavera primeriza.
En
las urnas han encontrado
mi
nombre, y no fui candidato
electo.
Será que mi magnetismo
los
ha acercado a milímetros de mí mismo.
Salí
ganador de unas elecciones
donde
eligieron a quién colgar
me
fui al primer edificio gubernamental
a
denunciar toda esta sangría.
Resultó
que la policía seguía
los
pasos entintados
dejé
un rastro con colores de pesadilla
y
sus porras eran látigos con espinas.
Huí
a las miradas emponzoñadas
con
una espada dibujé tu sonrisa
la
sangre brotaba bien limpia
y
yo votaba al siguiente terrorista.
Las
ocho de la tarde
y
sigo acurrucado en mi esquina
escribiendo
mis retozos infantiles
busco
una puerta que me atrape
sin
salida me grita despacito
no
tengo prisa, prefiero morir del asco.
Me
atraparon. Hablé con la prensa,
mis
padres, la familia. Se encargaron
de
planear mi huida. ¿No huí?
Eso
decían. Pero las alas de mi pecho
se
quemaron, se quedaron sin gasolina.
Ahora
me dedico a destruir pequeños muros
y
levanto risas enmudecidas
los
rostros quedan ocultos
bajo
toda esta manta de hipocresía
¡Qué
final! El que nunca quiso ser nada
se
cansó de ser algo para todos
por
eso escribió esta canción
quemando
las banderas, las hojas al calor
flotando
se quedan...