Me quedé sin
tinta.
Ahora
pinto mi alma
con
negra tila.
Me
agarré, y perdí
la
esperanza al cabo
de
un rato.
Siento
la inercia de mis labios
buscando
tus soledades
con
este sol de verano.
Dejé
de creer
y
creé el estado
desolado
donde
vivir
a
tu lado
sin
ti.
Y
no preguntas por qué me fui.
Te
quedas ahí, pasmada. Con las manos
ensangrentadas.
De la fuerza
y
la insensatez nacieron los surcos.
Y
es que tengo explosión
y
sin más dilación
me
marcho hacia un lugar.
Dame,
al menos
parte
de tu corazón.
Necesito
saber
que
volverás.
Lo
haré. Y, tal vez,
pueda
ser mejor.
Hasta
entonces,
ya
sabes.
Adiós.
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