Hoy,
la he vuelto a ver.
Andaba
a mi lado
y yo
anclado
a sus
labios.
Iba
sosegada
con su
caos, ansiosa,
de la
llamada.
Mi voz
se alzó,
la
rodeó,
la
calmó.
Ahora
duerme
conmigo,
arropada
porque
es de noche.
Y yo
la
beso.
No
quiero
que
vuelva
a estar fría.
Hoy,
la volví a ver.
Me
gustaría probar
sus
ojos de otoño primaveral
las
clavículas, que son la clave
de su
sonrisa celestial.
Hoy,
quiero soñarnos.
Aunque
seas el huracán ambulante
prefiero
este desorden
contigo,
en alguna parte,
quiero
rodearte, bonita.
Sonríe,
no tengas malicia
que
yo, en completo silencio
completaré
tus huesos
y te
daré besos
a lo
lejos.
Hoy,
te quiero con los gritos en silencio.
Te
quiero como la noche
eterna,
con las estrellas marcando
el
camino, con tu invierno derretido
y qué
hacer contigo
si
esto, ya lo sabes,
no es
lo primero que te escribo.
Hoy,
la he visto irse.
Y no
me he puesto triste.
Porque
la veré conmigo venirse.
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