Me esperaba estos resultados. Tras miles de años caminando envuelto en distintas ramas, raíces, formas, gotas; después de tantos avances, hemos vuelto al principio. No me ha quedado nada a lo que agarrarme incluso habiéndome rodeado de todo lo que siempre he anhelado. El frío, no ya el natural, que puede ser positivo, sino aquel que se cierne sobre las almas y erosiona el calor poco a poco, ese es el que me habla y escribe todo esto. Han desaparecido tantas cosas que he llegado a la conclusión de que ninguna fue real. Todas, absolutamente todas, se crearon gracias a las ilusiones que, desde pequeño, inocularon en mi sistema.
Soy un sistema dentro de otro, y así continúa la cadena sin proporciones, no delimitada para el ojo vago. Bajo, oculto, desapercibido; así es mi perfil, difuminada la silueta, porque la goma de borrar ha hecho su efecto en mí como pretende en todos, poco a poco. Yo, siendo propiamente un sistema, me descompongo: las piezas se desencajan porque ellas solitas se han percatado de que algo no va bien. Las chispas no paran de nacer y morir, fulgurantes, como la historia. El proceso se repite una y otra vez, y no hay nada más que añadir al mismo para describirlo. Todo está escrito. Ahora ya me toca descansar.