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sábado, 12 de diciembre de 2015

La nada, lo vacuo

Me esperaba estos resultados. Tras miles de años caminando envuelto en distintas ramas, raíces, formas, gotas; después de tantos avances, hemos vuelto al principio. No me ha quedado nada a lo que agarrarme incluso habiéndome rodeado de todo lo que siempre he anhelado. El frío, no ya el natural, que puede ser positivo, sino aquel que se cierne sobre las almas y erosiona el calor poco a poco, ese es el que me habla y escribe todo esto. Han desaparecido tantas cosas que he llegado a la conclusión de que ninguna fue real. Todas, absolutamente todas, se crearon gracias a las ilusiones que, desde pequeño, inocularon en mi sistema.
Soy un sistema dentro de otro, y así continúa la cadena sin proporciones, no delimitada para el ojo vago. Bajo, oculto, desapercibido; así es mi perfil, difuminada la silueta, porque la goma de borrar ha hecho su efecto en mí como pretende en todos, poco a poco. Yo, siendo propiamente un sistema, me descompongo: las piezas se desencajan porque ellas solitas se han percatado de que algo no va bien. Las chispas no paran de nacer y morir, fulgurantes, como la historia. El proceso se repite una y otra vez, y no hay nada más que añadir al mismo para describirlo. Todo está escrito. Ahora ya me toca descansar.

miércoles, 2 de diciembre de 2015

Conversaciones interiores

—Creo que lo voy a dejar.
—¿A qué te refieres?
—Ya sabes. Le he estado dando vueltas. No creo que mi sitio esté aquí.
—¿Pero qué cosas dices? Has bebido demasiado. A ver, acércate, déjame olerte el aliento.
—No, no. Lo he estado reflexionando. He buscado motivos de peso, alguna razón que argumentar ante mí mismo para convencerme de que esto es lo mejor; quiero decir, que debería seguir haciéndolo porque me desatasca la nariz y me permite respirar mejor. Todo en lo que creía hasta hace bien poco se ha desmoronado.
—¿Y qué es lo que ha ocurrido exactamente para que todo se caiga? Sigo algo anonadado.
—Probablemente me dejaron demasiado tiempo para pensar.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Remansos de paz

¿Qué es lo que se me cruza por la cabeza? La giro y, a mi derecha, solo veo gestos magnéticos, recipientes sinuosos que llaman a la carrera infinita, incansable; realmente no sé qué hacer exactamente. Las venas laten con algo más de intensidad que de costumbre, y siempre quieren algo más; no sé de dónde sacar algo más, ese algo que sacie de una vez mis venas y mi pensar. A mi izquierda, no queda nada; el vacío estoico se halla impune, limpio y pulcro gracias a su imaginada santidad. ¿Qué hay que elegir, si acaso pudiera? El recto camino se considera el equilibrio de vacío y cantidad; en suma, forman la felicidad elevada. Pero, ¿y si quisiera nadar por una noche en el mar de la lujuria? ¿Y si el próximo día prefiriese el limbo perdido de todas las manos mitológicas?

Me doy la vuelta, buscando cualquier libro que el destino me haya dejado en la mesita de noche. El sueño se escapa poco a poco de mis ojos y, junto a él, se van ella y mis contenidos deseos, descosidos por aquellas manos tan inocentes a primera vista; blancas y relucientes, pero mortales y afiladas. ¿Qué se ha de hacer contra la avidez? Busco respuestas en cadáveres abiertos, expuestos a miradas discretas, discretísimas. Y, allí, para mi desgracia —o confirmación de todas mis latentes aspiraciones—, tengo permiso para acceder al amor más bajo y, así, saltar al más alto risco que mi cuerpo me permita: él me ha dado el permiso; él, compañero de patria, orgullo oscuro a los ojos reticentes, que miran pero no ven... Sí, es aquí, me confirman. El remanso de paz donde ser uno mismo delante de cualquier espejo posible.

domingo, 25 de octubre de 2015

Puntos suspensivos

Un camino que da hacia la bifurcación que nunca quisimos ver. Un barranco con el fondo perdido, donde las almas vagan buscando el suelo para descansar de una vez por todas. La ambigüedad de los puntos de vista que, incluso unidos, no hacen más que reflejarse los unos a los otros, como en una fiesta de máscaras eróticas; allí solo se ve lo que uno desea ver, como lo desea, por donde lo pide. Es el aire que sopla levemente, acariciando cada poro de tu piel, preguntándole a tu melena si es suficiente el soplo para que el movimiento sea lo suficientemente flexible como para cuidar las raíces. El agua que cae como el susurro declarado tras la ducha, la higiene de los pecados. Allí donde nadie ha llegado; al menos, nadie lo ha comunicado. ¿Habrán logrado alcanzar su meta? ¿Dónde estarán ahora, si no es allí? ¿En qué nos basamos para sacar conclusiones del signo más significado de la historia? El tres aquí es el tronco de todas las ramas del ser humano. El tres no es, ni más ni menos, que el equilibrio que siempre hemos buscado. Ahora que lo hemos encontrado, solo nos queda hallar su mensaje.

domingo, 11 de octubre de 2015

Desperté

Te pediría, por favor, que no volvieses. Que no volvieses nunca más. Nunca con tanta sinceridad te he hablado —porque no se usa nunca del todo la sinceridad; uno se guarda algún trozo bajo la manga, para que no se la quiten—, así que detente y escúchameY ahora, devuélveme lo que me pertenece, por favor. La doble chapa plateada, rasgada por los encontronazos, los roces a propósito y el paso del tiempo seguía intacta a pesar de haber sido arrebatada del cuello de su poseedor hace poco más de una hora por un maloliente matón. Estaba contratado por la misma persona que ahora le había devuelto lo que era suyo; el único objetivo de la parte contratante era llamar la atención de la víctima: una oportunidad para hablar con él, después de tantos años. Pero los trenes también dejan de circular.
Mientras huía con mi compañero, de repente comprobamos que, efectivamente, estábamos rodeados. El sol se había ocultado tras los altos bloques de pisos, pero las ventanas estaban todas tapadas con tablones de madera. Si pretendía traspasar las paredes, que podía, porque no existían, no lo iba a lograr a través de la rutinaria huida del aliento global urbano. En nuestra espalda, dos sicarios sobre una escalera de emergencia. No hay salida. En nuestros ojos, una gatling bien instalada, algo roída por el paso del tiempo, pero seguramente funcional como para, al menos, detener nuestra fuga. Salté a un lado, con ninguna esperanza, pero lo hice por ver dónde iba a acabar. El cielo se empezó a despejar. La vista no se anegó con nubes ni con lágrimas. Alcé la mano, miré el torso, luego la palma. Unas gotas de sangre manchaban esta última. Cerré los ojos.
Al poco tiempo, desperté.

jueves, 24 de septiembre de 2015

Salón de actos

Frente a aquella puerta, no podía hacer más que temblar. La incertidumbre se había apoderado de mí en aquel momento. La puerta se hizo portón y no paraba de crecer. O puede que yo me hiciese algo más pequeño que de costumbre. Tal vez, alguien me bajó del pedestal al que me dejaron subir sin yo siquiera darme cuenta. El pomo estaba frío, o quizá los nervios se habían concentrado en los poros, en las huellas dáctiles... Ahí quedaría, para siempre, una cierta impronta personal. A pesar de todo, pude girarlo y entrar en lo que se me asemejó a otro mundo distinto. El pasillo aún se hizo de rogar y quiso alargarse algo más antes de entrar en escena. Sin embargo, logré que los focos no me cegasen a las primeras de cambio y vislumbré, con los ojos entrecerrados, que los asientos estaban vacíos. Donde yo esperaba a una muchedumbre rabiosa y armada hasta los dientes solo encontré espejos que reflejaban lo poco que quedaba de mí. Me caí de la tarima, del pedestal o del altar. Ya no seré adorado nunca más. Perdí en algún sitio o lugar la cuenta; no sé cuántas ofrendas he de dar.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Piso franco

Intenté pasar página tras lo sucedido. Me mudé equidistantemente al otro lado de la ciudad. Un piso bastante austero, justo como había quedado mi carácter, los poros de mi piel cuando ella se fue. Aún sigo pensando, con una seguridad que me asusta, que no se ha marchado. Se la llevaron. Por eso, en cuanto abro los ojos tras dormir menos de lo indicado por los expertos, lo que observo es un tablón de corcho que me acompaña desde aquello. Allí, cuelgo las fotos, los recortes de prensa y cualquier tipo de información que encuentro por puro azar o por pura insistencia. No hay nada más bonito que la insistencia. A veces he escrito sobre ella y la he mandado a recoger dinero por mí, y lo trajo. Ahora las tornas han cambiado; sólo vivo mirando por la ventana, esperando que las farolas se deformen y tuerzan formando un mapa hacia mi desaparecida. Mi raptada. ¿Dónde se la pueden haber llevado?

Me levanto de la cama. Ya he vuelto a comprobar que no he perdido capacidad mental para recordar dónde he puesto cada foto y qué expone cada una. La primera vez que nos vimos, nuestro primer beso, nuestra primera despedida. Algunas fotos las hice con una cámara que no tenía nada en especial; otras fueron palabras que ella me dedicó. Su mano era la de un ángel a la hora de escribir, pero no solo: también cuando me daba el honor de poder acercarme a ella, sentía el perfume celestial que irradiaba sin necesidad de agentes externos. Todo aquello se esfumó como el pincel que quiebra en el áspero lienzo. ¿Qué es lo que estaba esperando allí, encerrado, solo acompañado de mis pensamientos? Desayuné la última porción de cereales del mes. Iba a entrar otro mes, uno más, y los días seguirían pasando, como los viandantes en la acera que veo caminar todas las semanas.


He perdido la cuenta de la actividad transitoria de mi calle. Los coches se acumulan a la hora del almuerzo; trabajadores que salen de la esclavitud y esperan con ansias llegar a su pequeño oasis de fingida libertad. Otros salen a esta hora a aquel desierto limitado. Es un ciclo. Un círculo que se repite, como mis ojos buscando alguna nueva pista en el tablón, como la compra semanal para subsistir, a la espera de encontrar algo que revele lo que busco desde hace… ¿siete? Perdí hace mucho la cuenta de los años. Cada vez que intento recordarla, saco algún libro al azar de Borges; le cojo prestado su báculo temporal y empiezo a nadar con tranquilidad. Es mi mar limitado a presión, relajante para todos los sentidos que aún poseo. ¿Cuándo se cerrará mi círculo?

jueves, 27 de agosto de 2015

Tesoros sin descubrir

He seguido todos los pasos al pie y pierna de las letras. He caminado a la par con ellas; he comido, he dormido y he madrugado a su lado, a aquel montón de dibujos ordenados jerárquicamente por el Caos. ¿Y cuál ha sido el beneficio? La nacida espiral no hace más que engordar y engordar, y el espíritu no hace sino flaquear y flaquear. Las proporciones siguen sin ser precisas y el papel se desvanece sin que un remedio acuda a la llamada de socorro. Un tratado sobre la unión del Caos ha de ser publicado en no menos de catorce o siete días si realmente se pretende salvar algún trozo de Esperanza que, dicen las ... lenguas, aún sobrevuela el mar, o la tierra. Lo que sí es cierto es que nadie ha pensado en cultivar la herramienta... ¿Qué pasará si encierro y entierro esto aquí?

sábado, 8 de agosto de 2015

Propósitos

Parpadeando con prudencia pude evitar el daño que el foco de la mesa donde guardaba todas mis anotaciones me destruyese el último sentido pleno que me restaba. ¿Por qué, al cerrarlos, me quedo en un viaje estático, donde me hacen espectador forzado? Llamo a todos los contactos que apunté en mi agenda, pero ninguno me da una respuesta. Creo que he dejado encendido el ordenador y por eso ando en este caos cuando duermo. A lo lejos, una voz retumba. Levántense, hemos terminado la prueba. Y yo, con una sombra de conciencia, me pregunto si aquello es real o no.

Parpadeo levemente, porque el polvo sigue en el aire, y me atosiga allá donde voy. Creo que está programado para odiarme. ¿Puedo decir algo? Sus palabras son gastos imprudentes de oxígeno, guárdese cualquier reclamación para el final. Se abre el telón. Hace tiempo que no voy al teatro.

jueves, 6 de agosto de 2015

Un suicidio pronosticado

Dígame, señor agente, ¿cuántos disparos necesitó para dar fin a su angustia?
No muchos, mi señor. La cantidad no creo que tenga relevancia alguna para usted, acostumbrado ya a estas horas a perder la cuenta.
Recuerde, haga un esfuerzo por mí. Tras esto, nunca más volveremos a hablar.
Y si tal vez es por eso por lo que aún estoy en la cuerda floja... ¿qué pensaría?
Hable.
Siete, mi señor.
¿Y cómo es que has logrado llegar hasta aquí?
Porque, así lo pienso yo, antes de llegar a la felicidad que buscaba con mi último gesto, es menester que sufra algo para saborear mejor el cielo.

martes, 7 de julio de 2015

Soneto séxtimo

Vuelve a ser nuestro día, mi alto siete
allí donde las almas corazón
se tornaron; que la pluma no miente:
"Eso debe ser verdadero amor."

Tras tantos pasos unidos, con fiebre
te escribo, o recito, esta canción.
A un espejo obligo que refleje
si sigo en realidad o fui a ficción...

Manto oscuro que en la noche proteges,
a buen recaudo dejes esta cruz;
antes se evaporará en luz;

que, en viéndote, respiro; no me acerque
a tus magnas alas, pues falta permiso:
con todo, protegido, soy sumiso.

sábado, 4 de julio de 2015

La ponzoña

Desde aquel instante dejó de conocer el punto inequívoco de su existencia. Se acabaron los saltos tristes por las noticias inesperadas, no hubo más pelea, ni miradas, ni manos entrelazadas. A partir de aquel instante, toda su vida giraría en torno a un camino difuso para los pocos ojos que le restaban en su sesera. Todas las lágrimas derramadas habían dejado unas huellas señaladas, por si debía huir del futuro, pero ahora se hallaban agotadas, y no tenía otra elección; tendría que seguir caminando hasta que una piedra, un tornado o algún apagón le diese pistas sobre su paradero. Es por esto que dejó de escribir y se agarró a la primera farola que se cruzó —de forma oblicua— por entre sus pasos, bastante quedos en comparación a su trayectoria pasada. Los ojos terminaron su proceso de autodestrucción, y la ceguera obtuvo un poder tan inmenso sobre su persona —no tanto sobre su alma— que acabó en la cuneta del olvido.

jueves, 2 de julio de 2015

Yo siempre he creído en algo y nada.

Yo siempre he creído en algo y nada.

Yo siempre he creído en el amor y su vacío,
la marcha embadurnada de olores aciagos.

Yo siempre he creído en el abandono,
en caminar con los ojos cerrados, de la mano.

Yo siempre he creído en todo
lo que realmente no entendía, no alcanzaba.

Yo siempre he creído en que
yo siempre he creído.

Yo siempre, hasta ahora mismo,
creía. Pero ya, para qué.

El avance

"A través del discurso de las conexiones sobre el papel, he perdido varios lápices, plumas, algún que otro bote de tinta se ha evaporado y los bolígrafos siguen en busca y captura. Ya hace varios días que la guerra acabó con cualquier esperanza floreciente en mi patria. La tierra no para de gemir, quejumbrosa, sobre el trato que ha recibido, a pesar de todo lo que ella nos ha entregado gracias a su fertilidad y nuestra dedicación. Ahora, las sombras se apoderan lentamente —se encuentran en el horizonte, disimuladas, pero sé que se acercan a un paso rutinario— de todo lo que ayer, tú y yo, conocimos.

[¿Sombras o luces obscurecidas? No lo sé. Sólo quiero dejar claro que nunca relacioné lo umbroso  a lo negativo. Tal vez haya cambiado mi parecer. O, simplemente, sea incapaz de definir lo que se acercaba allí, a lo lejos, hacia mí. Sí, me faltan las palabras. Siempre me gustó cultivarlas en otra parcela. En su manto...]

Debajo de los escombros no es que me imaginase la marcha hacia otro lado —cualquier lado, vertiente, siempre que esta fuese contrariamente paralela; esto es, un espejo con forma de puente—, pero casi nunca he alcanzado lo que me he propuesto. Aunque es irónico; aquí, tumbado, con las piernas inmóviles —inhabilis, que me dijeron una vez—, nunca habría imaginado que podría estar tan en un ambiente tan apacible. Pese a no ser capaz de dilucidar dónde quedaba el sol, magna estrella siempre empalagosa, allí, justamente allí, sin haber creído yo en las casualidades, encontré el último papel y el último bolígrafo sobre la faz del planeta. O eso deduzco, teniendo en cuenta los hechos acaecidos últimamente. Asimismo, guardar esperanzas alrededor del futuro de esta metáfora de la Naturaleza me parece una pérdida de tiempo; igualmente me parece malgastarlo el intentar contactar con algún (o alguna) superviviente. Es por esto que escribo, para dar algún remate (finis) a mi viaje. Si alguna vez renacemos, sea en cuerpo, sea en tallo, en ave o en mito, gracias; por cuidar el legado y aumentar lo heredado, por amar las plantas que no pudimos proteger, en fin, por saborear y apreciar todo lo que nosotros —aparentemente— rechazamos."

Manuscrito encontrado a las afueras de la última ciudad superviviente a la catástrofe 'N'. Hay posibilidades de que dicha ciudad fuese conocida como 'Paamya'. No se han encontrado restos o pruebas que confirmen la autoría del mismo. Se conserva desde el año '7777', según distintos estudios. Aún no se ha demostrado la veracidad del mismo.


jueves, 11 de junio de 2015

Aquí siempre voy a defender la blancura de tus ojos

Aquí siempre voy a defender la blancura de tus ojos. Aquí, con mis armas embadurnadas con la oscuridad que ideo, supuse algo en lo que no erré, como así lo ha demostrado el tiempo este, aquel y todos; que tu oscuridad y la mía no chocan, sino que se rozan, creando un ambiente propicio para convivir en la eternidad de todos los instantes posibles y concebibles. He aquí el resultado: una desganada tropelía de palabras que desfilan muy juntas para no perderse en las naderías de un ebrio literaturizado a medias.

También he pensado, aunque no en mucha profundidad, como nada de lo que pueda escribir, que la oscuridad es altamente superior a aquello que se empeñan en denominar luz, claridad o blancura. Sin embargo, la de tus ojos es ciertamente veraz, como se demuestra con el contraste cegador y guía de mis pasos en las más densas tinieblas, porque hay otras tinieblas que me abrazan y acaricio con un placer inimaginable. En el hermetismo de algunas palabras que escapan a mi dictadura, lanzo balones faltos de azabache para que formen globos y tu nombre quede retratado para siempre en el cielo. Me vas a tener que perdonar algún día, cuando pueda regalarte todo esto en una caja de descartes que nunca descubras, que venga rebozada con algún verso insignificante de mi propia cosecha, pero tengo que decirte que no sé describirte con total y absoluta certeza.

Puede que mi problema se encuentre en la incapacidad para narrar, versificar o, simplificando, en escribir. No me preocupa sobremanera el problema, ya que si en algo he de trabajar con sutileza y sigilo es en los medios para poder pintar un cuadro a tu medida. No tengo por qué engañarte; en las tinieblas es donde más aclimatado me siento. La razón de este discurrir zigzageante no es otra que exponer algo que podrá o no guardar cierta lucidez, irónicamente; es la oscuridad el origen primero de todo. Por desgracia, se la relaciona con demasiada facilidad con la negación, la superstición, el inmovilismo, la pesadumbrez, la risa abyecta o los pensamientos derrumbados. Qué más dará, cuando yo mismo —yo y todas mis intersubjetividades— sé de tu locura cuerda, de tus cuadernos con sombríos rizos y las perlas ajustables que pueblan el manto oscuro que me protege del frío más ardiente.

domingo, 7 de junio de 2015

Fragmento —improvisado—

—A mí me deslizaron este pequeño suceso como la panacea del tedio al que estaba sometido desde que salí del hogar. No sé qué pensarán ustedes, pero cada vez que releo estas letras, estas oraciones, me obligo a pellizcarme contra todas las esquinas punzantes que encuentro a mi paso para comprobar que no es esto un sueño —lo que encontré, leí y agoté hasta que se me cayó un ojo, por insistente—, sino que realmente su figura existe, la podré palpar algún día y soñar con ella durante el resto de mi paseo.
—Probablemente, señor Latino, deba estar usted atolondrado a causa de una falta consistente de reposo.
»Pero él nunca llegó a descifrar la cantidad de detalles que yo bebí, con los cuales casi me atraganto; me acompañaron hasta la orilla de un viaje pacífico, y allí contemplé lo que era una obra maestra, la única hasta la fecha que, confirmo, he tenido la delicia de leer.
Nuestro encuentro fue bastante esperpéntico, de eso que no quepa duda alguna. Las farolas titilaban a causa de la suave brisa que se cernía en el parque donde ella y yo habíamos acordado encontrarnos. Yo, acostumbrado a una suerte de puntualidad británica, llevaba ya sentado más de cinco minutos —aunque menos de diez—, con algún que otro pensamiento melódico bordeándome como un aura mística. Ella, según me contaron, no estaba sujeta sino al discurrir del viento, ya sea este agresivo, sopesado, templado o valiente. A mí me costó calcular el tiempo que pasó entre la hora acordada y el golpeteo de sus pasos acaramelado, adornado con un inclemente manto echado en sus hombros, coloreado de sutiles astros que hipnotizaban el mundo que ella misma traía consigo.
Yo, nervioso ante la presencia de aquella mujer, me sentí rejuvenecer —no aquí en un buen sentido— hasta sentirme como algún hijo que ella planeaba tener muchos años después. Perdí la poca impavidez que traía de mi vulgar apartamento, edificada a base de hondas reflexiones sobre cómo acometer esta situación que, poco a poco, se estaba recreando.
—Tal vez quiera salvar ese manto antes de ir a cenar. Probablemente pase algo de calor en los suburbios.
—No se preocupe por mí. Créame, ya he enfrentado antes estas negociaciones.
Fue en aquel instante cuando logré fijarme en el único atributo que había saltado completamente a causa de la radiante luz que expulsaban sus ojos, pardos como la vida conyugal tras haber dejado las aves bien cuidadas. Un verde al que me agarré sin ser consciente hasta pasados algunos años, y el cual me labraría un futuro transitorio. Aquel sombrero tenía vida propia. Era como el jardín paradisíaco de su propio universo.
—Tenga. Esto sí que se lo puede quedar.
Desde aquel entonces, las tardes sumaban horas inconcebibles para la medida convencional del tiempo. Yo sentía desfallecer cuando la iglesia más cercana a mi retiro repicaba una y otra vez, y otra vez, y otra vez, y otra, y otra, y...
—¿Sabe, señor Latino? Tal vez usted tenga que soltar aquellos manuscritos durante un tiempo. Cada vez se lo ve más ilusionado.

martes, 2 de junio de 2015

Reflexión con letras escalonadas

A veces no recuerdo qué es lo que se cruza por mis insignificantes caminos. Entre ellos suelen conformar una red de posibilidades inalcanzables para el ojo mediocre, pero cuando conviven de una forma algo más libre (aunque esto sea producto de su sola imaginación), digámosle independiente, si se pudiere usar la palabra, no me traen más que problemas y pocas soluciones a estos. Conciben una serie de asociaciones inestables que les lleva a una infructuosa guerra civil, y aquí es donde hace acto de presencia mi papel, mi indudable papel; un mediador de las afueras que, bien (o mal) pagado, hace de alguacil decadente, por situarlo en algún lugar, y logra con unos métodos más bien poco ortodoxos desarrollar una babel de ideas inconexas que, al chocar con la propia personalidad de cada individuo, de cada camino, se restaura la distribución en una imagen consoladora para mi propia conciencia.

Esto es; así como los sujetos ya mencionados deben establecer una serie de alianzas, si estas no tuviesen la ocasión de acontecer y, de esta manera, una suerte de anarquía individualizada se instalase en las pequeñas parcelas donde cada uno reside; si la paz no llegase de forma plácida, se debe aplicar el método ya descrito con anterioridad: buscar el contraste y la paradoja que puedan restablecer lo ya aparentemente perdido. El último eslabón de la gran cadena del ¿ser? no es más que la complementación entre el uno y la nada, pues nadie es todos, como ya saben. Tú, que por algún mal de ojo recibiste esta anatema; tú, que ahí resides, con esos cafés, las noches que alargas y toda la parafernalia pseudo sensual (a la que llamas erotismo, espero, irónicamente); tú desconoces la túnica a la que me aferro. Fuliginosa y verdaderamente exótica; pero todo esto

no importa realmente. Porque las palabras que 'he dirigido' no 'llegarán a su destino', si este último acaso hiciese acto de presencia. Dejáme situarme donde me plazca; porque yo sí acepto mi inutilidad.

lunes, 25 de mayo de 2015

Me mudé de la capital

Ándele, no se preocupe más. Todo está bien atado para conseguir la plenitud de los objetivos marcados. Acompáñeme. Elija la bebida que desee. No pasaron más de diecisiete minutos antes de la explosión que cambiase mi historia. Me gustaría corregir que la historia no es todos ni es nadie, es una, usted, o yo, separados o unidos, como quiera. Es uno, no es nadie, no son todos. Venga, dele un sorbo a algo. Es gratis, se lo aseguro. Y lo aseguré con una firmeza que desconocía hasta ese momento. Diecisiete minutos contaron los diecisiete entes que cantaban durante el transcurso de cada uno de ellos. Por esta razón no tengo historia que contar. Somos uno, ni nadie ni todos. Ya conocen esta historia. Créanme, confíen, no es imposible, no es tan difícil.

El cielo marcaba el fin del principio dando paso a la modernidad completa. Las banderas se alzaban en el aire como los birretes al final de la carrera. Se proclamaban las naciones con abrazos entre ellas mientras yo, en una esquina, derramaba alguna que otra lágrima. Una, dos, tres, perdí la cuenta, no quise alargarme en mi propia (nueva) existencia; el sufrimiento de haber visto todo aquello antes de que sucediese nadie lo puede describir. Ni yo mismo; yo, uno, solo uno; yo. He aquí el testamento que le dejo al resto de la humanidad, si logran conservar ese significado. Yo ya me bajé del barco.

viernes, 22 de mayo de 2015

Las noches sentado en mi zaguán del Oeste

Comencé a respirar desde pequeño, aunque tal vez ya no recuerde la primera vez de mi fortuna. Caminé con respeto hacia todas las cosas que me superaban hasta que yo llegué a ser más grande; entonces mi mirada se posaba y descansaba sobre todo aquello que una vez me hizo sentir parte del suelo. Poco a poco me fui dando cuenta de que podía rozar el techo con mi nariz. Oler el rastro de la brisa que deja el aletear de una parvada de aves enfermizas, que piensan en la inexistencia de fronteras de tiempo en tiempo, me dejaba recuerdos ajenos en mis manos, los cuales traté con un cariño algo exiguo. Supongo que esta fue la causa de mi condena a largo plazo a pesar de que esta se me hiciese estrella fugaz. Me dejaron de visitar las que abrazaba con la oportunidad presente.

El manto oscuro lo tapó todo, protegiendo su interior de cualquier ofensiva externa que pudiese tropezar en su camino. Yo se lo agradecí con unos versos más bien desnudos, carnales, llenos de sinceridad. Sus estrellas siguen latiendo allá en el firmamento que lejos me queda desde mi tumbona de aprendizaje. Paso las páginas de cualquier libro que me trae el céfiro laminado de sutiles líneas turquesas... Me atino en alguno de ellos. Prosigo el descanso, mis pérfidas lecturas, las visiones rivalizando con las huellas de todos los extranjeros, trago un airecillo que se acomoda en el vaso de tinta. Y puedo confirmar que aquel lóbrego manto me surtía de un bienestar inusitado.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Puertas y ventanas selladas

Dígame, ¿cómo es el infierno?

No paraba de mirar hacia el suelo. Las constelaciones seguían siendo algo sutil para los ojos perdidos en aquellas líneas opuestas al orden y razón. Qué mal, con la brisa susurrando, qué mal todo. ¿Qué es lo que hago yo aquí? Se me ha debido perder la cabeza en algún lugar del camino. Los caminos de la vida son inescrutables, como algún que otro designio. ¿Cuál es mi futuro como compendio del saber? Seguían las brisas buscando un mar al que aferrarse, pero allí solo había piedra y tierra. Créanme, zarpamos hacia el infierno no ha muchos años.

Dígame, ¿cómo fue el cielo?

Arriba y abajo. Las centrales llenas de energía desde donde impulsarse hacia vete tú a saber dónde. Quién lo iba a saber a estas alturas, con tanto tiempo pasado. Qué va, no se preocupe, todo irá bien. Las fábricas seguirán produciendo. La productividad, señor, sigue aumentando. Muchas gracias por su informe. Es una pena, ¿cree usted que es una pena? Yo sí. ¿Yo? ¿Quién es ese...?

Señor, señor. Despierte, señor. Han llegado con el mensaje que esperaba. ¿Todo en orden?
Todo en orden, señor.

Pues sí que han acabado rápido con la tradición.

miércoles, 13 de mayo de 2015

Sultanes del 'Swing'

Os vengo a narrar una pequeña anécdota que me ocurrió no mucho ha mientras buscaba algún rincón oscurecido donde poder comenzar mi viaje. Pasó que en el transcurso de mi búsqueda, hallé aquel lugar que tanto ansiaba. El problema (que resultó ser la ventaja que menos pensaba) es que allí ya había alguien, otro viajero bien equipado dispuesto a zarpar hacia la nonada. Entorné los ojos, aunque luego comencé a confiar. Si él quiere lo que yo, por qué no.

Tras una larga hilera de pasos quedos, alcancé su hogar sin llamar a la puerta, que no había. Entré, me senté, y miré a mi alrededor, donde el vacío de las estrellas me otorgaba cierta tibieza cómoda. Allí, mi acompañante durante aquella jornada me reveló varios de sus secretos. Y uno de ellos no fue de mi agrado. No es un secreto pues ya todos lo conocen (a él y al secreto), pero lo contaré brevemente, el tiempo se agota (?)

¿Qué hacen entrando y saliendo ellas? No las entiendo. ¿Por qué no nos quedamos en un lugar o en otro? Yo, con inocencia, levantando tímidamente la Voz, dejé caer, ahí, en mitad de nuestra nonada, que si no sería mejor la mezcla, la evolución, el mejorar sin parangón. Él levantó una ceja, agarró su bastón y salió de allí con otros pasos, más quedos. Yo me fijaba en él, en su figura, en cómo sus dedos agarraban con una firmeza ligera el bastón. Fue dejando un reguero de tinta inexpugnable, que acabé bebiendo en un afortunado accidente.

jueves, 7 de mayo de 2015

Un siete bailarín

—Ya has vuelto, ¿verdad?
Y así era. Todas las tardes que se quemaban ante la impasibilidad de unas cuatro paredes se reunían ante ellos dos como un par de claves musicales. La armonía bailaba con destreza y agilidad en aquella pista de baile, buscando la venganza entre las eras pasadas y las venideras, mientras que los protagonistas, en la intimidad de un ligero resplandor lejano, disfrutaban de sus alientos entrelazados. Pasaron unidos una eternidad que se tornó ligereza, sutilidad. 

Tienes razón si te acercas a mi oído y, con los brazos en un chantaje de roce a roce, me hablas con pena de la poca presencia que hago en tus noches sin tinta. Y no tengo nada con qué disculparme, si no fuera porque, bueno, al menos aquí estoy, ya sabes, de vez en cuando no sobra un trago de esto, y de aquello. Porque esta es mi nave de escape, pero no tengo planeta al que huir si, estando junto a ti, puedo crear un universo que no posea límites, que no tenga fin.

miércoles, 29 de abril de 2015

Seguro que sí

Decíme, ¿cuántas veces hemos de padecer? Decíme, ahora que te postras ante nuestra estancia decorada solo pensando en ti, ¿cómo pasa el tiempo? Decíme, con los ojos algo nublados, si es que ver puedes, por favor. Decíme, antes de que las horas se esfumen en tu piel. Decíme, si después de los hechos no vienen las palabras, impregnadas todas ellas de un olor dulzón, formando un huracán.

Decíme si sopla el fuego, o si la tierra se mueve, el agua se entristece o el aire arde en llamas melancólicas. Decíme tú, que amparas las oraciones que busco desde que los dedos se me mueven. Yo... ¿yo? Nadie que debas apreciar, no apuntes con esos iris enmudecidos. Dejáme, al menos, sacar el arco.

Decíme, ¿qué se siente? No daría nada por tu lugar, pero ahora me entró la curiosidad. ¿Qué se siente nadando en un mar sin final? En un pozo, donde los patios siguen intachables ante el ojeo del vecino. ¿Qué pasa? La noche es un misterio, el futuro no es tan incierto, y mis temas, sus obsesiones y los tópicos se dan la mano en un círculo de podredumbre que nos ahoga poco a poco.

Te digo, no a ti, sino a Él, el manto oscuro que ilumina hasta al más venenoso, al más tintoso. Te digo, llévame de aquí, a alguna isla donde el viento arrecie y nos obligue a crear chispas en la chimenea.

Presentación

Me gusta la felicidad de presencias y ausencias. Vivo descansando de la pasión que suele quemarme por dentro. Hago malabares con todas las brisas envenenadas. Danzo grácil a la hora nadar por el pantano. Sirvo vientos huracanados sanadores. La tinta la retengo, porque no es líquido a secas, es la resistencia al temporal. La diversión la busco en tus ojos, que es infinita. Las lanzas de hielo las derrito, y en el fragor de la estacada, me vuelvo un gigante con brazos descomunales. ¿Qué tengo que hacer para tumbarme en mi siesta con la placidez de la brisa tibia? La que traen ellos, y ellas, con su presencia, a mi lado. Me abanican con sus alientos. Y ella me lo quita. Es un círculo que quieren romper. ¡Hagamos magia!

jueves, 16 de abril de 2015

Desierto azabache

       He de confesar, no a ningún sacro púlpito, que vivo con la esperanza del instante. Mis vahos no tienen prolongaciones personales, pero van encadenados poco a poco para poder recorrer cualquier camino que hallen. Cuando aprieta la luz, a mi alrededor se reúnen para conversar sobre el manto oscuro. Cuando nos agobia la densidad, de siete en siete nos vamos juntando para remar hasta el final del túnel. Vuelta a empezar.

       He de confesar, ya con el paso de las cadenas, que vivo de estrella en estrella. El manto que todo lo rodea me acalla, me embelesa. Me pierdo en sus engranajes, donde me falta el aire, pero él se aparta, algo, para que la brisa me despierte del letargo, lejano...

       Entre mis pasos siempre queda una semana. Yacemos con gracejo y vientos de sonrisa enmascarada. Dos caballos por el desierto se alzan, persiguiéndose el uno al otro hasta dar con nosotros. Pero hemos despertado. Pero caminaremos. No os preocupéis.

miércoles, 15 de abril de 2015

Pegamento

No me quedan suficientes hornos. Las migas siguen desparramadas.

YNosFaltaElAireDeUnión.

La llama

se aleja

paso
a
paso.

YNecesitamosArrejuntarnos.    .    .

No. Ya no quiero jugar.

martes, 14 de abril de 2015

Certezas

       Hemos visto nacimientos sin par, y los hemos llevado poco a poco durante el transcurso de su ciclo de vida. Con las legañas aún sin borrar, los lápices se me han agotado antes de empezar mi viaje. Conducen lentamente las aves majestuosas, y dejo que la brisa me acaricie el feto. Los accidentes son la lotería de nuestra compañera invisible, y todos llevamos un boleto siempre bien cerca, por si hubiese que romperlo. Seguimos soplando hacia dentro y el aire se empeña en echarnos al mar. Está a una temperatura estable, no es como yo al recordarte.

sábado, 11 de abril de 2015

Es verdad

Es verdad que ya no respondo como antes a las súplicas antiguas. Es cierto y verdadero que he evolucionado o involucionado, todo depende del contexto y del punto de vista. No negaré jamás que fuiste mi más deseado tesoro, y preciado, que no me hizo falta probarte para deleitarme con tus soplos de primavera. Que desde aquí abajo, ya te digo, todo se ve enorme y gigantesco. Me siento atrapado. No hace mucho que busqué la utopía debajo de mi prisión, pero al parecer ella es infinita, y yo demasiado ancho para todo.

Es tristeza lo que recorre mis circuitos cuando desapareces de mis carreteras. Me conduzco hacia un abismo inestimable al comprobar que ya no puedo dar más volantazos. Doy por hecho que te fuiste volando, saliendo del agujero que, poco a poco, fue contaminándote hasta que no aguantaste más. Qué le voy a hacer. Este estercolero siempre me ha olido bien.

Es, soy, y siendo, sigo pensando en tus senos, en las sienes que yo sentí hace ya tiempo. Son tus sesos los que me embelesan, son tus suaves voluptuosidades las que me arañan la parte que más cercana se hallaba de ti. Es verdad, tristeza es lo que me embauca al comprobar que seguiré siendo el que te espere en el camino para verte viajar.

lunes, 6 de abril de 2015

Navegación en alta mar

       Posando el borde de mis dedos en el espacio, he buscado faro que guíe, me guíe y nos guíe. Navegando a través de borrascas impertinentes y calmas sofocantes, te he encontrado a ti, buscadora de estrellas en las noches aciagas. Con tu calma, la brisa de tus pasos y el manto ondeando por bandera de la sensualidad, he encontrado una fuente que irradia pura felicidad. Bebo, sediento, pero poco a poco, con ansiada tranquilidad.

       Arrimados el uno al otro, el mar sigue creciendo y bajando, arremete de vez en cuando contra nuestro barco, pero cada noche que muere a las orillas del aposento, cada día que se agota a la luz del sol, con el tiempo izando la bandera de las agujas, la navegación es perpetua. Y en este mar me hallo con el objetivo de ser el que lo drene, el que consuma todas tus aguas malditas y las queme en un lugar donde el olor no nos alcance. Sí, seguiremos navegando, aunque las gaviotas no nos quieran acompañar. 

       Los peces no nos rehuyen, nuestras miradas siguen entrelazadas, no queremos desperdiciar el momento eterno. Ahora, que el velo nos ampare en esta soleada y blanca noche, donde tú, con tu manto, me protejas, y yo, con mis llamas, alumbre el camino que nos espera.

sábado, 4 de abril de 2015

No espero nada

       No pasa nada si ya no te das una vuelta por mis tierras. Si ya no la ves con los ojos de antaño, si ya no la tocas con la esperanza de que tu corazón palpitara con una intensidad latente, desconocida a ti. No te preocupes, comprendo tus mensajes. No hace falta que me escribas nada más. Deja las disculpas a un lado, a mi lado, con las maletas donde quedé anclado, viéndote marchar, sonriendo. No te preocupes, comprendo tus mensajes. ¿Está lloviendo? No lluevas. No amargues a este sol que, aunque se va, creo que piensa volver. ¿Me prometes que no volverás? Gracias. Ahora, estas tierras serán inhóspitas, porque seré yo el único que las habite. Y el resto de los metros cuadrados saldrán ardiendo conmigo dentro, para no tener que encender alertas internacionales. ¿Qué fue de los emperadores negros que vieron mi viaje antes que nadie? Ahora les rendiré culto en mi páramo.

       No te preocupes, comprendo tus mensajes. Ya no habrá estorbo ni madera, ningún faro ni lunas llenas. El sol gobernará allá donde alcance tu camino. Qué será de mí es algo que ni yo me planteo, por si te preguntas. No espero nada.

viernes, 3 de abril de 2015

Todo gira en torno a ti

16

Recostado en tu dulce paraíso
con mis dedos, contamos los minutos
para volver, para amarnos a roces.

25

Cerca de donde se reúnen las
condiciones para poder viajarte
hasta lo que ellos llaman infinito.

29

Escalo las montañas con pequeños
pasos. Llego a nuestro tierno final
para poder volver a comenzar.

34

Y te miro, y te observo. Rezo
para que mi sueño no se me vaya
de mis ojos, de ellos dudo, mi cielo.

43

Vuelta hacia aquí, y allí, expandámonos,
te susurro con roce, con amor
y crepitan los fuegos y tus hielos.

52

Nos ojeamos, nos tocamos y
terminan las orquestas concertadas.
Fluye el aire que nos acaricia...

61

Con tus dedos, contamos mis minutos
de estancia en esta dulce paz.
Volveré, volveremos, te amaré.

jueves, 2 de abril de 2015

En un valle, en un agujero

       No quiero seguir en este agujero. La suciedad no para de crecer a mi alrededor, y ya me quedo sin espacio. Los lunares que me confiaban el oxígeno se han ido desvaneciendo a causa del propio ambiente viciado que me acorrala. Ya no tengo apenas luz, no distingo los colores que llaman cálidos, no existe el frío tampoco. La temperatura... Está. Está, como yo estoy. Simplemente, es el vagar por una cuerda que ni es fina ni floja, ni ancha ni resistente. Es mejor no hacernos preguntas, es peor divagar sobre nuestro caminar. Condenados a nacer, benditos para marchar en otro viaje. Nuestro billete no tiene vuelta, pero la ida es continua. Y, poco a poco, en cada reiteración lineal, nos haremos más líquidos, receptivos, con las posibilidades expandiéndose hasta coronarlo todo con alguna flor que nunca hayamos visto.


       Y, desde su valle, dejó de saber.

miércoles, 1 de abril de 2015

En la prisión del deseo

       —Bien. Ya hemos terminado con esto.
Encadenadas las palabras, salieron todos de la habitación con una media sonrisa mal dibujada. Al parecer, el diseñador gráfico había perdido una mano al inmiscuirse en una pelea la última noche. Era consciente de que el tiempo que le restaba en la empresa era más bien poco, pero no quería rendirse a las primeras de cambio. A pesar de todo, las cadenas no fueron diseñadas por él. Estas seguían buscando una libertad, alguna forma que se les hubiese escapado para deslizarse a través de la jaula que las aprisionaba y así poder conocer otro mundo. Los moldes se ajustaban y comprimían la imaginación del delincuente, asfixiando la única forma de libertad que ansiaba —y que le estaba permitida.

       Porque la libertad era un artificio creado para complacer al viandante mediocre. Las líneas, violentas, flotan en nuestro medio de convivencia: el aire, la tierra, el mar. El viento las mueve, pero no las condena. El fuego es lo que se debió buscar. Pero el fuego está cada vez más marchito, más inodoro, insípido, intodo. El fuego dejó de ser fuego porque nos borraron el concepto. ¿Por qué dejamos que nos borren los conceptos que más hemos amado? ¿Es que ya no nos permiten amar?

       El diseñador volvió al trabajo siete años después. Buscó a la empresa que lo había echado, ahora él disfrazado de la revolución que les llevaría a la vanguardia del éxito. Con promesas de liderazgo mundial, fue, de nuevo, acogido. Los gritos se habían aplacado, pero el susurro del viento encendido seguía presente, plasmado con algo más de intensidad en la habitación que le costó la vida. ¿O le costó la muerte? Había renacido, pensaba. Por eso, quiso evolucionar, aprendiendo de sus errores. Derribó la puerta, y un tumultuoso regocijo de primavera invadió la prisión de la expresión.

       Seguimos incapaces de ser libres porque vivimos aprisionados por nosotros mismos. Pero siempre hemos podido romper nuestros límites y traspasarlos a otros. Por eso estoy aquí.

lunes, 30 de marzo de 2015

Refugio encendido



Segunda recopilación realizada por el propio autor, Manuel Ianni, tras dos años desde sus Musas enmudecidas, las cuales tuvieron un éxito más que inesperado, superando con creces las trescientas visitas. Con Refugio encendido, comprobamos el paso del tiempo sobre las palabras, que no se oxidan y siguen con vida.

Para descargar el PDF, click aquí.
¡¡¡¡¡¡¡MUCHAS GRACIAS!!!!!!!

Vida

Con mis lágrimas al borde de la fatalidad, he cambiado de hogar en múltiples ocasiones para comprobar que todos los núcleos siguen funcionando. Parándome a pensar cometo el suicidio radioactivo, es por esto que no pretendo descansar hasta el arrepentimiento del sol por haber dominado nuestra tierra. El músculo enrojece, se enternece, copiando mi gesto al recordarte. Qué tiempo. No existen paradas dentro de un pensamiento perfectamente maquinado, pero los errores siempre están presentes en nuestras manos, esperando a que la ruleta acabe exhausta. No tiene significado andar siempre con los mismos pies, pero el sentido sigue presente como un aura que pretende protegerme de mí mismo.

Al borde de la fatalidad, he encontrado algo parecido a lo que llaman destino. No sé si es mío, pero acaba bien, pronto. Como la loba que se despidió del mundo con literatura virginal, así espero que me recuerdes, si tuvieses suficiente espacio. No, no puedo ser recordado en general. Solo si tú me esperas, quémame, comparte las cenizas, hazme viajar todo lo que no pude. Los pies siguen su camino, sin significado, pero están programados, y no hay reinicio posible. Mis músculos descansan.

Lo último que he descubierto es que no sé derramarme. Respirar es automático, pero los ojos se colapsan poco a poco, y la fatalidad es mi cielo inframundano. Qué espera tan larga.

domingo, 29 de marzo de 2015

Ida de día, vuelta de noche

Una hora más, una hora menos.
Los puntos de vista son determinantes.
Una hora menos para verte antes.
Una hora más para mis trüenos.

Mis ojos te buscan, los tengo llenos
de amor encogido. Así, son mutantes,
rebuscan en tu manto. No te achantes,
me susurras, volveré con la fuente

de tu felicidad. Sin escucharte,
riego los campos con melancolía,
agazapado en mis buenos recuerdos.

Vuelves. Debes ser un cuadro, el arte
sinuoso brillando noche y día,
porque volviste loco a este cuerdo.

Un paraíso personal

Viajando sentado —me dijeron— es como crecen las amistades del corazón y las conexiones neuronales. Hace tiempo que seguí este consejo vagamente, con las últimas luces de enero, siendo un domingo bien temprano. Con las bolsas cargadas al hombro, y los libros buscando reposo, zarpé hacia un abismo de sabia ignorancia, retirado hasta la llamada tintineante. Qué gran verdad, ahora que lo pienso, mientras intento decírtelo, aquello que me contaste aquí. Las sillas siguen desordenadas, los libros campan a sus anchas, y las chanclas las hemos perdido mientras nos leíamos. La tinta se nos derrama, abruma la densidad entre las líneas, respiramos el aroma del paraíso lejano. El exotismo está en nuestras manos, solo hay que señalarlo con nuestros labios imaginados.

       Pero tuve que marcharme. La guerra siempre llama a tu puerta cuando menos te lo esperas, y no te puedes quedar sentado. Ella quiso acompañarme, pero yo se lo impedí. Necesitas vivir por los dos, yo seré tu vanguardia.

viernes, 27 de marzo de 2015

Dónde caernos de la mano

Me dejó el alma herida al pasar
el aire henchido de un mar lacrimógeno
La pena de la gente, el llorar.

Está bien, está mal, no pienses, haz
doctrinas que vuelan a viento y
              siniestro. El futuro mata sin parar.


Y nos piden el vacío sereno
y yo me niego, y creen seducirme
con sus monedas inertes en agua.

Uniendo el punto a toda i,
cosiendo los lazos idos y rotos
formaré el esquema del bienestar.

Ven, ven conmigo, vengan ya, todos.
Así os lo pido, a ustedes que son
mi todo, no dejen nada importante

en las afueras, que caerá el aviso
de la silenciosa y macabra, tinta–
da realidad. Abran el corazón.

lunes, 23 de marzo de 2015

Caminar bajo el agua

Últimamente, los pasos se me hacen pesados. El cielo se cae a trozos, y las palabras se desvanecen con la lluvia del futuro. Está mal, está bien, no pasa nada, todo acabó. Ahora me plasmo y me acabo, me desmayo en mitad del prado, sin una sonrisa que volver a ver. Gris, blanco, negro. La escala de colores que nunca existió, una escalera se nos presentó, dibujando trazos hacia el paraíso celestial.

¿En qué hemos fallado para la autodestrucción? Se nos fue de las manos la configuración. Y, aquí, estaremos los dos, te vayas o no, te alejes definitivamente, o te quedes. Coma a coma construí la oración que invocó el regreso al hogar mordisco a mordisco pudimos hablar. Pero nos faltaron los lazos virtuales, ahí donde se asieron las esperanzas, haciendo de todo esto una realidad impoluta.

Caminar bajo el agua es vida peligrosa, es curar sin prevenir, beber del público. Buscando la fama debajo de los escritos demasiado explorados.

viernes, 20 de marzo de 2015

Un agujero relleno

Es la espina ennegrecida por el óxido atemporal, que se cierne en sombra y luz, no, que en realidad es invisible al ojo diametral. Aquí, con aguja de fuego bendecida y mano de santo inmoral, he decidido colaborar en la salvación espiritual.
Muchos caminos recorridos sin haber caminado lo suficiente como para viajar a través de las miradas ajenas. Y, aquí, con toda la experiencia en un bolso sin fondo, me hallo, no para saturar o apagar tus coloridas estrellas, sino para que tú las veas tan bien como yo me honro en hacerlo. Ven, limpiemos tus gafas. Seamos precisos y quedemos preciosos, día y noche.

lunes, 16 de marzo de 2015

El almuerzo

Cuando las palabras se ahogan entre líquidos sin perfume. Cuando los gestos ya no son nítidos, y la fluidez es dudosa ante los ojos que yacen en órbitas perdidas. Cuando los planetas han dejado su rutina, y el planteamiento quiebra. ¿Qué hacer si lo planeado ya no vuela? Vuelta a empezar, es la misma historia, la tierra es inversa, y el cielo es pisoteado. ¿Por dónde hemos de caminar?

Los caminos son cuentos frágiles sin final. Porque un cuento no tiene final. Es un círculo que desea vivir para siempre. Y te hundes, viajas y no sabes regresar. No quieres mirar atrás, porque has tomado curvas y desvíos que desconocías. ¿Y qué nos queda ahora que podemos mirar?

Es hora del almuerzo. Descansemos antes de que el manto negro nos alabe con su descanso universal.

lunes, 2 de marzo de 2015

Un día en la ciudad

Los focos de luz tenue y tibia cada vez escasean con mayor frecuencia. Qué será de la existencia espacial sin el vómito blanco de haces continuos. Deshacer la malicia no debe ser nuestra misión en este espacio neutral, sino el logro de la sonrisa perpetua. Late en el corazón, latente, nuestra media naranja. Los árboles siguen contentos gracias a la suave brisa que les acaricia desde el mar hasta los bosques, llanos y fértiles. En un prado, el pastor sigue a su pastora como la luciérnaga nos sigue el camino. Y es seguir, y seguir. La repetición de la rutina, la redundancia de la primera página.

No me encuentro. Ya no sé escribir.
Des(aparezco), al revés, ni sé de mí.
Sediento me siento en el borde del Rin
con las lágrimas a juego, flotando sin fin.
Tin, tin... tin...

Paso ligero. Se quejan las presas de no ser cazadas. Se alteran las hembras al descubrir la independencia máxima del macho. Qué hará, oh, el macho, sin su hembra. Se consterna el macho al ver su ¿in?dependencia. Qué bruto está el cielo hoy, cariño. Unas gotas aquí, y la nube de humo que planeamos juntos asola la ciudad en un instante. Ya es la hora, no me llaman, es lo normal. No tengo teléfono. Y los pájaros ya no vuelan, y... ¿dónde estaremos tú y yo?

sábado, 28 de febrero de 2015

Visiones distorsionadas

Una estrella en su esfera me pidió que me metiera. No fue sorpresa el descubrir que un mundo nuevo se abría ante mí. De país en país, fui mudando mi hogar: hoteles de lujo, moteles de una noche, orfanatos  hambrientos, museos incomprendidos. Una de las obras de arte que encumbraban este planeta me dejó perplejo: una mujer que, dependiendo de dónde se posara la vista, parecía huir de su amante o buscarlo con todas sus fuerzas. El efecto óptimo me transportó a las tinieblas del sentimiento, donde me quedé acongojado durante un tiempo.

Tras ver algo de sol y una película visionaria, mis ojos perdieron el norte y ya no sabían a dónde mirar. El desorden estaba a la orden del día, y no existía sinsajo para mí. No lo entendía. No comprendía por qué. Pero él siempre me decía: ¿tanto preguntar? Y yo le respondía que ahí buscaba mi oxígeno, en las preguntas. La respuesta en la pregunta. Las dudas de la respuesta. El ciclo siempre comenzaba de nuevo.

Volví a por mi cuadro preferido de aquel museo perdido, y ya no estaba. ¿Quién lo había quemado? Tanto tiempo invertido... Y yo seguía con mis preguntas, buscando aire. ¿Dónde me dejaron el oxígeno? Hoy todavía veo niebla en tus ojos, la duda apoderada de tu decisión. ¿Y qué hago yo mientras tanto? Simplemente, sigo esperando el golpe definitivo que abra esta burbuja...

viernes, 27 de febrero de 2015

Plantamos una semilla

Complicado, y con lo nuevo
que se avecina, todos muertos
ante tal poesía, menos
no esperaba: arte tan moderno
escapa a la comprensión.
Así te escribo, con mi amor
palpitando de ilusión.

Reto a tu mirar que, sin par,
me embelesa. Salto a nadar
en tus olas sin congelar,
frío gentil, sin doblegar.
Y así recorro el paraíso
hecho con siete versos idos,
sintiendo tus noches en vilo

en mi pecho desdibujadas
a causa del caos que tu magia
en mí provoca. Pido no arda
tu hermosura, la helada,
de sutileza insuperable,
mejor se funda, y nos llamen
fundadores del nuevo arte.

miércoles, 25 de febrero de 2015

La noche y el día

El agobio de estar cuerdo durante las veintinueve horas que posee la noche me tienen exhausto, navegando de lado a lado, con una botella llena de los aromas que desprenden tus estrellas, níveo placer que por mis ojos se cuela cada vez que araño mi portal hacia tu universo. Constante expansión la de tu cuerpo por entre mis venas, recorriendo lunas y astros en espera al beso que los encienda, haciendo click en tu manto de misteriosa oscuridad. Es, en este mísero instante, cuando intento plasmar todos tus viajes, las idas sin pagar y las vueltas que te debo. No sé si ahora es el momento adecuado, pero lo que te escribo es más que cierto. Puede que no te parezca certero, pero ven, tú sabes dónde logro respirar en profundidad, hablemos, si te apetece.

Fría apariencia en contraste con arduo equilibrio, dama de la sensualidad nocturna adornada con motas que guían tu recorrido pasado, ¿podrás soportar que te persiga hasta el fin de los días, o de las noches? ¿Querrás pactar conmigo un trato con armonía donde ambos podamos ser la espiral del tiempo? Protégeme con tu manto calculado, y yo te daré la luz que busques cuando dormites y despiertes, y pienses que estás en otro lado.

martes, 24 de febrero de 2015

Más frío de lo normal

Las farolas de mi calle, últimamente, se dedican a dormir más de lo acostumbrado. Sus pupilas quedan empañadas con los alientos desesperados de las mujeres abandonadas. Aunque el hecho de calificarlas de abandonadas es erróneo, porque, aunque no lo crean, existen mujeres que nunca han estado acompañadas. Es verdad, es respetable la soledad de uno para consigo. La compañía de la propia conciencia. Pero no es este el caso que yo quisiera dilucidar hoy, en esta noche que enarbola más frío de lo normal.

Y es que la ausencia no es madre de ninguna ciencia. Con paciencia, busco sutiles maneras de escapar al pensamiento negro, con tentáculos viscosos y alargados que solo me desean el limbo interior. Y es por esto que escribo, y que soy, y deseo. Que existo y respiro. Saca el café, charlemos.

El frío fuera de lo normal que ha traído esta aciaga noche ha congelado mis dedos, y es por esto que aquí, hoy, ninguna imagen se posa en el alféizar de mis ventanas. Todas unidas por el mismo conducto vacilante. No controlo, caliento y rozan tus venas, sienten la pena y la absorben poco a poco. Déjame quedarme esta noche, tus estrellados sueños serán mi techo, y el vientre de las Bermudas, mi ocio eterno.

lunes, 23 de febrero de 2015

Los Elegidos

Están fuera y, al mismo tiempo, dentro de nuestro mundo. Ellos vuelan y viajan, navegan y surcan todas las tierras imaginables por el ser humano, y siempre están con nosotros en su proceso. La individualidad no les exime de la compañía alejada de su prisión física, si es que la física es lo que tocamos o lo que percibimos con las manos mentales. Sufren y lloran, se alegran y divierten, es un cúmulo de sentimientos que, con frecuencia, dispara contra sus pechos y les hace desangrarse en soledad. No se les puede ignorar ni despreciar, es preciso amar estas almas verdaderas, pues son ellas capaces de crear vanidad espiritual en nuestra presencia y tomar sus alas para concretar pactos de paz, o de guerra, con nuestros enemigos.

Los Elegidos no tienen muchos amigos o enemigos. Con sencillez, son los litros de agua que derrama la sangre de Gaia al llorar por los desaparecidos, y sus trasvases son constantes. Es por esto que son mensajeros, o así los considero yo en lo personal, por experiencia propia. Nunca se les debe tildar de canal. No son un objeto. Son la salvación de nuestras almas. Y sus pocos amigos y enemigos serán los verdugos de nuestras esperanzas. Agarra a uno de ellos y ámalo hasta que tus garras desfallezcan por el reloj espiritual. Ellos te protegerán. Por algo fueron elegidos.

sábado, 21 de febrero de 2015

No temas

No temas si los astros no han de grabar con polvo espacial nuestras huellas. No temas si aquellos que se quemaron bajo la mirada del caballo carbón no te piden ayuda. No temas si las almas despiadadas de los lunes no te buscan con su melancolía y tristeza. No temas, si acaso temes, guerrera fiel al arte de la esgrima con el verso. Sé que no temes, pues estás hecha del material que siempre sueño por las noches, donde me reflejo y desvanezco, comienzo a volar y desfallezco, arriba y abajo.

No temas si te lanzo dos líneas de fuego. Las horas pasan lentas al sol sin remedio, pero yo haré que tu camino tenga la facilidad del niño y su caramelo. Es el azar y el preciosismo la guía sin remedio, un tubo sin vistas al mar, donde soldados sin oxígeno se apoderan de mis entrañas con su mirar.

En este mar nublado, echamos las cenizas de nuestros malos recuerdos, ennegrecidos acaso por la llama alada.

martes, 17 de febrero de 2015

Hace tiempo que te vi...

No sé (d)escribirte
porque no alcanzo palabras suficientes
perdona mi ofensa, si el perdón bastase
para librarme de la condena.

Y es que quiero, aquí,
plasmar tu cuerpo, por fuera
y por dentro:
mil años de creación
dos mil en reposo
para salir a competir con el sol,
estrella que reina los siete hemisferios
de mi corazón.

Manto con el que me proteges,
nos refugiamos unidos, y en la noche,
nuestra más íntima amiga
hacemos la vida, vida, muerte
a la muerte damos, y dando
con la felicidad de nuestras sonrisas
los labios se unen, se separan y huyen

para reencontrarse bajo la brisa,
suave aire que mece tus nubes
llovizna tierna en la carne, donde
brota nuestra esperanza.

Y es que aquí, te quiero,
adoro y amo, sigo con el diccionario
bajo el brazo, buscando versos,
poemas y palabras que expresen mi sentimiento
¡No pueden! Yo seguiré investigando
tanto cómo (d)escribirte
al igual que cómo naciste de la oscura
fría noche
tan bella
que un ángel tocando el arpa no fuese, siquiera
capaz de representar la fuerza que tu aire lleva
cómo pudiste poner un pie en esta vil tierra
que yo te vi, puro carbón azuzado con hielo candente,
en la lejanía…


y en tus historias me perdí, buscando el origen y el ancla perdida, la solución y el enigma, con todo quedé embelesado, y en el giro de todos tus acontecimientos me quedé atascado: es intentar (d)escribirte o, simplemente, unidos, ser felices.

lunes, 16 de febrero de 2015

Dónde está mi yo

Quejidos sin oxígeno con todas tus letras impregnadas
El Aire Quema, agota las posibilidades
y
gota a gota
voy recuperando mis expectativas.

¡Qué injusticia! Te lanzaron rosas, flores varias
y a mí por el abismo de las llamas
Reboté en tu cuerpo y exhausto acabé
sin saber dónde ni por qué

¿Qué pasará si te beso en los labios, en la nuca, en la espalda, donde dices 'nunca'?
¿Qué harás si te arranco el corazón en mitad de la cópula? ¿Dónde te refugiarás?
Ya no tienes nada que hacer. Atrás, atrás. No mires, solo habla. Quiero oírte.
Voz celestial que se alza en el cuadro, mal pintado, demasiado suave.
Comienza la solución a la vida, no es muerte

es ira, ¡qué suerte! al menos sientes
yo cerré las puertas
aquí sigue faltando el oxígeno
y tú sigues sin dar
señales
de vida.

jueves, 12 de febrero de 2015

Figuras imperfectas

En una esquina, cerrada con cartuchos de arma violenta, sin paredes, rota, y roto, observando el vacío. Los tentáculos hambrientos me llaman, y yo me resigno, y las plumas desaparecen, y la cama deja de existir, hoy toca la muerte (al fin).

Pero allá no existe la nada, y todo es transparente. Solo hay algo. Lo que buscaba. Deseé dejar de serlo, para poder rozarme. Y ahora, aquí estoy. Con el tiempo a mis espaldas, danzan ellos libres, sin pensamiento ni preocupación. Por fin, he recorrido el círculo de mi estancia. En una esquina. Cuadracircular.

Todo medido para terminar. El comienzo no lo vimos, pero nos ahogaremos en el final. Yo y solo yo, que ya son dos, claro, porque los demás se fueron. Sí, el resto desapareció. Hace mucho tiempo.

En una esquina busqué respuestas, preguntas inteligentes y clases abiertas. Demasiado odio recorría las venas. Pero no se fueron, se quedaron, se limpiaron, como yo, en esta esquina. Un triángulo de desidia, de abandono y de soledad perpetua. Con transparencia llegué, las luces me enfocaron, y ahora me iré, fui ya destronado.

Por eso vine aquí, un rato. Me gustan las luces apagadas que alumbran la ciudad que siempre imaginé. El sol pálido por tu belleza y yo de rodillas ante tal magnitud corpórea. Supongo que me daré al veneno enrojecido por tus mejillas.

jueves, 8 de enero de 2015

Pequeño

Como la montaña que quiso tocar el cielo y no pudo crecer. Demasiados abismos, demasiado escarpada. Sola, en una isla tropical, donde la lluvia impide a la esperanza habitar. No podemos dormir juntos porque me aplastas. Me falta el aire al verte caminar, y no puedo crecer más. Lo intento, porque hay que trabajar, practicar el esfuerzo. Esperar la esperanza con gotas de suerte en la espalda. Unos ojos que transmiten vida al mirar. El ojo de Dios. Los ojos del cielo. El manto ante el frío.

Me siento pequeño en este lugar. Cuando pierdo la visión, no sé hasta dónde llegaré, dando pasos en falso, si algo fuese verdadero. No hay uno sin el otro. No se podrían reproducir, ni existir tan solo. ¿Hay alguien ahí?