Es la espina ennegrecida por el óxido atemporal, que se cierne en sombra y luz, no, que en realidad es invisible al ojo diametral. Aquí, con aguja de fuego bendecida y mano de santo inmoral, he decidido colaborar en la salvación espiritual.
Muchos caminos recorridos sin haber caminado lo suficiente como para viajar a través de las miradas ajenas. Y, aquí, con toda la experiencia en un bolso sin fondo, me hallo, no para saturar o apagar tus coloridas estrellas, sino para que tú las veas tan bien como yo me honro en hacerlo. Ven, limpiemos tus gafas. Seamos precisos y quedemos preciosos, día y noche.
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