Me gusta la felicidad de presencias y ausencias. Vivo descansando de la pasión que suele quemarme por dentro. Hago malabares con todas las brisas envenenadas. Danzo grácil a la hora nadar por el pantano. Sirvo vientos huracanados sanadores. La tinta la retengo, porque no es líquido a secas, es la resistencia al temporal. La diversión la busco en tus ojos, que es infinita. Las lanzas de hielo las derrito, y en el fragor de la estacada, me vuelvo un gigante con brazos descomunales. ¿Qué tengo que hacer para tumbarme en mi siesta con la placidez de la brisa tibia? La que traen ellos, y ellas, con su presencia, a mi lado. Me abanican con sus alientos. Y ella me lo quita. Es un círculo que quieren romper. ¡Hagamos magia!
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