El disparo en un parque
de atracciones desató
el pánico cibernético.
Atrás
atracciones sensibles
delante
derretidas demoras
mirón
mirando con mirilla
Lógica
lícita sin labia.
¿Sabes mi nombre?
Escríbelo.
¿Por qué coges un papel?
Agárrame
del cuello y mírame a los
ojos, mírate
hasta el fondo de todo:
dime, ¿qué
buceas? ¿Viste la tierra y
el mar?
¿Demasiadas preguntas? Una
sola
respuesta. Como mi
existencia.
Elige cualquiera que gustes,
no habrá misterio en mi
disparo.
¿Quieres más? Sabes
dónde,
ven. Sabes qué hacer,
mueve los labios. Abre la
boca.
En un rato estaré en el
lugar
indicado, dejándote cartas
por el suelo hasta
encerrarte
en una suerte de metal
encasquillado. Y te
dispararé.
Y serás pistola. Y bala.
Y volarás. Y te mandaré
al infierno. Y si vuelves,
tendrás tu premio.
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