Sentado al borde de un
abismo
con tentáculos viscosos
muevo los pies de metal
a pesar de todo.
Creo en el amor y en sus
secretos, sus gajes y
gafes,
su receta no la conozco,
pero quiero cocinarlo.
El cielo está apagado,
pero tú estás a mi lado.
Ahí te hallas, iluminando
todo mi espacio.
Siete días tuve que
esperarte
con una taza de café
ardiendo
para no congelarme
mientras el viento
acariciaba mi inconsciente
letargo.
Y, sin embargo, ya has
aparecido,
luna, estás en mí como
ninguna,
déjame morir un poco,
porque morir en tus
brazos es una manera
celestial de irme
de paseo por nuestro espacio.
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