Mi blancura traspasa fronteras
mis insultos he metamorfoseado
para que los culteranos empiecen
a ser un poco más avispados y
demuestren toda su sabiduría
al intentar completar este puzle
desencajado. ¿Qué tengo que hacer
para tu atención atrapar
en este cuadro? Ya no lo sé
y mis sudores empiezan a toser
de cansancio, mis pelos se caen
de agotamiento, es extremo,
es extraño, a pesar de todo, que yo
aún siga de pie con mi espada
en alto, no pidiendo guerra
sino defendiendo mi tierra
y mis santos.
Intentas estar ausente y no
me lees, pero en tu mente mis
juegos de palabras recitas, te
ponen verde porque no los
entiendes, ni siquiera a mí
me comprendes cuando te guiño
dos comas y te recito tres
puntos finales; ¿no lo ves?
Estoy intentando decirte que
me alegro de ver, saberte viva,
olerte muerta no es de mi agrado
aunque a veces lo parezca, soy
un buenazo con pintas de poeta
en el interior, afuera lo oculto
a base de peldaños basados en
la simpleza. Escudriñas el campo
que tildas de enemigo, y, amiga,
o eso dicen los libros, te equivocas
de mira telescópica, no hay copos
de nieve en esta televisión cósmica:
soy azul y no verde pero por amor
a la retórica que se me pasa por la
cabeza al verte en sueños: es el
único lugar donde descansan mis celos,
allí son ajenos a negativos
sentimientos
que puedan nacer a causa de tus
movimientos
sobre la pista de baile donde cientos
de personajes dibujan sus estelas
fisionables,
quise decir fusionables pero la RAE me
odia y no sabe qué intento
comunicarte:
amarte no es tan difícil si no pones
baches.
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