Su altivez me tiene desordenado
el apetito de ser preferido, no lo
aguanto
¿es así siempre?, no lo creo, pero
puede ser
marcho a la búsqueda de todas las
piezas
y reúno una pregunta: ¿puedo alejarte
de esto?
Obedecer debes para sobrevivir poder
ordenado te lo ha la vidente que visto
todo ha, debemos avisarte ya: te
puedes caer, tropezar.
Barro con fuerza toda la suciedad
que alberga mi cabeza y, mírala,
sigue buscando con sus ojos
las palabras inexistentes que provengan
de ella: necesidad insana, entereza.
Erré una vez en mi disparo,
francotirador
enano, a ella rematé con una bala
pequeña
bien morena y con curvas que indican
droga
adictiva, pero la carretera no estaba
bien hecha.
Reí y río al recordar el río de
furia que solté
al ver que mi reina, apenas sin brío,
burló
todas mis defensas y rompió mis
esquemas.
Brazos alcé al ver la luna bien llena,
rellena
de luz reflejada pero absorbida por
todos
sus poros, cráteres a los que imploro:
suelta tu agua, necesito pureza.
Ímpetu guiado por la niebla
se mueve perdida y no se entera
de que su identidad oculta es
perecedera, ya vi una máscara
de sonrisas, esta no será la misma.
Altura la de mi alma cuando
en sus ojos me baño por primera
vez en la mañana. Lúgubre mi
mansión, sin una luz que la alumbre
y tú sigues vagando estas tierras
con un halo de poder que me atrae
aro de magnitud, y yo pegado a él.
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