Ya echo de menos tus relatos pequeños,
tus palabras ambiguas y tus cuentos
caseros.
Echo de menos la soleada mañana,
tus ojos, al alba, buscando un alma
parecida a mi lanza, pero no puedes,
porque soy, soy el escritor de tus
enamoradas palabras.
Echo de menos tu compañía, tus
abrazos
a distancia, mis largas frases las dejé
rezando oraciones subordinadas al
polvo que tus zapatos levantaban.
Ya echo de menos tu sonrisa dulce,
el mar salado de tus hombros
me deja anonadado, e intento
nadar y no ahogarme en tus ojos,
pero me asfixio porque veo que no
es agua lo que bebo, son lágrimas
por la pérdida de mi tinta, en tu
mar, chica, en tu mar...
¿Por qué no te acercas un poco más?
A tanta distancia, no podremos vernos.
Bebernos un puro líquido que nos
vuelva
locos, la pócima del amor que nos haga
vernos desnudos. Al fin seremos uno.
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