Las tres de la madrugada.
Las farolas, agitadas por mi amargura.
Una copa de ron teñida de lujuria.
Las ramas de los árboles danzando
al son de un blues muy amarillo.
Y una chica que partió su labio.
Un par de sorbos, la charla
de la mañana con el cantautor
que desfila esta mañana
por una barra demasiado fina.
La brisa comienza a embriagarle
Y una chica que partió su labio
inferior.
Se acabó la séptima copa
en pie nada había que hacer
se tumbó en el suelo, a ver
si la sanidad le podía mover
pero la locura se hizo, de nuevo,
con él.
Y una chica que partió su labio
superior.
Meditar es cosa de nobles
reflexionar ya no cura
y el cura que intenta cubrir
estas heridas fracasa, los pecados
no pueden ser borrados de una piel
con demasiadas huellas, tacones de
mieles.
Y una chica que partió su corazón en
siete.
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