Es la pared que te responde,
te devuelve los balones
pero esta vez tiene pies
y usa, de vez en cuando,
tacones.
Con mi balón voy andando
lo voy golpeando al son
de mis pasos.
Cuando creo conveniente,
me detengo, creo tener sed,
y bebo.
¿Es justo? Lo creo, tú me dices
“no creo”, y yo le digo que rezo
porque en algún momento
me suceda algo bueno.
Ahora que te tengo delante
te paso la pelota de manera
suave, suave.
Tú la controlas y coges aire
apenas tienes fuerza pero quieres
dar_e, reventar_e, intentas
serenar_e y lo único que consigues
es tropezar al instante.
Te recojo, te ofrezco mi brazo
y sólo noto el calor
en mi mano.
Ahora que ya te marchas
te regalo el esférico
no me refiero al balón, cielo
es un libro nuevo.
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