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miércoles, 11 de junio de 2014

Me bajé en la estación adecuada.

Supondré que hay algo mejor después de todo esto.
Que contar mis pasos, en realidad, no sirvió para nada.
Dejaré entrever el tedio en el que me baño
para comprobar que solo yo debo solucionarlo.

Pero, de vez en cuando, no rechazaría tu compañía.
Esperanza que se derrite y huye entre mis líneas deformes…
Cansado, dejé de contar.

Empecé a sentir tus pensamientos por mis venas,
me inundas con tus creencias, absorbo y asiento,
selecciono lo mejor para este experimento
que es la vida.

Largo y tendido te escribiré en papel amarillo,
que te recuerde que estamos de paso, pero que con
paso decidido, podemos llegar muy alto.

Busco en un folio en blanco un soplo de aire fresco
porque tú, mi niña, estás perdida
entre esas montañas de árboles que ya han fenecido.

Y como el agua que destilan los ojos por dentro,
así es como hoy me siento, solo, pero entero,
¡siempre entero! Aunque ahora completo

por tus alas, tus gráciles movimientos
me quedo absorto ante tu mirada otoñal
donde la primavera nunca llega, nunca llega…

Ahí te esperaré, sentado delante de la chimenea,
con las zarpas calmadas y la estantería completa

de nuestras andadas.

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