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martes, 16 de octubre de 2012

No era azul

Me hallaba debajo del árbol azul,
besando las manos cálidas de una mujer distante.
Sonreí, y la perdí de vista.
Lloré, y la vi enseguida.
Seguí recorriendo los entresijos de un pueblo perdido de la mano de Pato Dios
corrupto gracias a sus habitantes.

A los dos años que vinieron, los saludé de mala gana
A los cuatro que pasaron luego, los abracé de forma resignada
y, cuando creí por fin haber empezado desde el principio de un final terminado,
apareció el árbol azul.

Me dominaron las fuerzas de un demonio blanco;
esto quiere decir, el ángel endemoniado, que viste y calza cual señor de Dios
[luz cegadora inexistente]
cáscara rellena de la más espesa y repugnante oscuridad. Pútrida.

Este ser se encaró conmigo y me arrebató el alma;
mi sentir desapareció junto a mi memoria; yo no iba armado hasta los dientes,
sólo hasta los extramuros del corazón.

Ya me sonaba su rostro, su gesto se apoderó [de nuevo]
de mi inocencia, aquí ya desalmada.

---…

Me hallaba debajo del árbol azul
y los focos de resignación me apuntaban sin piedad.
Terminé por desistir ante la insistencia de mi ángel de la guarda
Ella me llevó a terrenos nunca conocidos, ¡una experiencia inefable!
Una muerte del sentir más llevadera
un reto nuevo hizo presencia;
resurgir.

Me hallaba debajo del árbol azul
pero ya tenía un tono más rojizo.


Y una eme apareció en las raíces.
¿Estaba ya allí?

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