Dedicada al abandono
experta de la velocidad
en sociedad no está contenta
prefiere ser mordida a tener
una sonrisa de oreja a oreja.
La hallaron bebida en el bar
de la esquina donde querían
hacerle competencia
pero no sabían.
Me contaron que sus ojos
expulsaban dragones de metal
y que su sonrisa podía derretir
hasta el más recio cristal.
Con su mirada me ponía
boca arriba y el aire me quitaba.
Por eso, al despertar,
tenía sus labios en mi mejilla.
Con el freno echado y las ganas
volando alto. Con los besos
de madrugada y un arañón
que no era para tanto.
Con todo esto, ella me quería,
y yo me la bebía
con lentitud.
Porque todo lo bueno se acaba,
todo lo bueno se acaba,
incluso tú.
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