Te quiero, y no tengo
problemas
en rodear este mundo de
arriba a abajo
de derecha a izquierda
para dejarlo bien claro.
Con una pintada en la pared
del parlamento
con un beso desde las nubes
explosivas
con un globo sobrevolando
el Everest
con las montañas de arena
y el sol jadeante.
Te quiero, y no tengo
ningún tipo de problema
al decirlo. Puedo
susurrártelo al oído
mientras el agua azota
levemente el cristal
empañado, o puedo abrirte
un libro
por una página al azar y
encontrar
tu esencia ahí escrita,
apartada
de todo mal.
Podría escribirte una
cantidad de poemas
directamente proporcional a
lo bonita
que me pareces.
Y podría publicar libros
hasta la hora
de mi muerte.
Me estoy dejando los labios
los cuales se mueven en el
aire
mientras ando por la calle
en solitario;
se mueven buscando tu piel
porque la echan demasiado
de menos.
No sé qué te ha pasado
y ahora mismo lo estoy
pensando
barajo las cartas
suavemente
de lado a lado
lo mucho que tardaré en
volver
a verte; lo mucho que
te echo de menos año tras
año
porque los días sin ti
son demasiado largos.
¿Qué te pasa? ¿Por qué
ya
no me hablas? No hay
confianza, y mis palabras
se quedan huecas al verte
se sienten desamparadas
si no las atiendes...
He llegado a la conclusión
de que, lo mejor, es que me
vaya
así que aquí me despido
con la sangre de mi tinta
te dejo un lugar para
tus idas y venidas,
las ideas que tengas
serán bienvenidas
pero quiero dejarte claro
esto que aquí escribo
necesito tu sonrisa
como la brisa de verano.
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