Hola,
transeúnte.
No
sé cómo has llegado aquí. Tal vez, y solo tal vez, seas un nuevo
viandante que se ha equivocado de calle. Tal vez, y solo tal vez,
seas un habitante rutinario de esta esquina con pisos subterráneos
que buscan el cielo. Perdón. Esta no es la intención de esta carta.
Cuando
alguien lee las palabras de otra persona y esta persona ya no tiene
nada que ver contigo, tiende a interpretar esas palabras, esas
frases. ¿Para quién será? ¿Qué quiere decir? Por desgracia, si
se ha marchado, o si te has ido, no podrás controlar esto. Tenga en
cuenta, transeúnte, que no le estoy hablando usted, sino a mí
mismo. Yo no puedo quedarme quieto en un sitio al que ya no
pertenezco. Por eso, voy a hibernar hasta poder recuperarme y salir a
la luz y el riesgo que conlleva: que te vean.
Descubrí
esto hace ya muchos años. Sin embargo, el grado de implicación fue
aumentando. Primero fue Marta. Lejana. Literalmente. Yo no era como
soy ahora, al igual que ahora no soy como seré dentro de varios
años. Pero yo no estaba hecho para esas cosas. Inseguridad. Miedo.
(Des)control. Celos. Ah, celos.
Salí
de una para meterme en otra. Beatriz fue un bache infernal y
anecdótico, bonito y frío, útil. Aprendí que, en mi caso, un
vacío no se rellena con otra persona. Me gustaría reiterar la parte
donde digo en mi caso. Y
menos si esta persona pretende solo divertirse. Qué recuerdos...
Desde
entonces, me di cuenta de que estaba más que mentalizado para estar
a solas. Llegó mi año. Mi artista favorito venía a verme. El amor
se cruzó con un par de astros y bajó a saludarme. Me presentó a
Lorena.
Si
eres un transeúnte pasajero, puede que te pierdas en estos momentos.
Pero haré todo lo que pueda para guiarte. Para los que se consideran
más habituales, no hay mucho que explicar. Ustedes lo vivieron
conmigo.
Ella
fue lo primero en todo. Tanto para cosas muy
buenas como para cosas no tan buenas. Las relaciones están
conformadas por dos personas, y las personas cometen errores y
aciertos. Ella y yo cometimos nuestros errores y aciertos tanto
juntos como separados.
Y
la vida siguió. Y yo tenía una experiencia encima de la que no
me arrepentía, nunca
lo hice y nunca lo
haré. Digamos que la experiencia es como la información: poder.
Volví
a la preparación mental. He llegado a la conclusión, hoy, 20 de
febrero de 2014, que la soledad no se merece que solo la visite
cuando estoy mal. De vez en cuando debería llevarle un ramo de
flores. Cantarle alguna canción. Tal vez escribirle algún poema,
pero no rechazándola y quejándome de su compañía.
Como
decía, volví a mis andadas. No había ninguna flor que tuviese un
color especial.
2014.
Parece ser que adelantar acontecimientos positivos no está en mis
genes. Sí los negativos. Piensa
mal y acertarás,
supongo. Dije que sería mi año. Él volvía, de nuevo, a verme.
Pero esta vez no iba a ir solo. O es lo que parecía, repito, a día
de hoy, 20 de febrero de 2014.
Irene
ha supuesto un punto de inflexión. He descubierto más cosas sobre
mí, en muy poco tiempo. A día de hoy, 20 de febrero de 2014,
probablemente me hubiera gustado que este muy
poco tiempo
pudiese ser expresado de otra forma. A día de hoy.
He
luchado contra mi otro
yo.
Si es la primera vez que estás aquí, puedes encontrar una cierta
presentación más abajo. O más atrás. No sé. He descubierto quién
soy. He defendido mis
principios. He visto que puedo
volver a querer.
Bueno. Podía.
Me agota
querer. No querer a tus compañeros de clase, a tus amigos que
siempre están (y siempre estuvieron), a tu familia. No. QUERER.
¿Precipitado? No te lo niego. ¿Exagerado?
Dos veces. Dos veces. La primera acerté. No creo haber fallado la
segunda. Llámenme exagerado. Llámenme dramático, paranoico.
Controlador.
¿Se
han dado cuenta de lo bonito que es hablar de lo que está reciente?
Con la carne ardiendo. Las cicatrices ahí están, ya ustedes están
cansados de verlas. Lo fácil que es tratarlas. Pero esto es una
carta abierta. No voy a andar con rodeos.
Desde
aquí (y sin tener por qué decirlo), quiero afirmar que no
me arrepiento de nada.
No porque yo lo haya hecho bien
o mal,
sino porque lo
hice.
Fue mi decisión.
Siempre pensé en
ellas.
En sus decisiones.
En sus consejos.
En sus palabras.
¿Por qué les iba a echar algo en cara? Ellas me
cuidaron.
Podría decir que me
han moldeado.
¿Qué miedo hay que tener? Puedo tratar perfectamente con todas
ahora mismo.
Menos
con una. Porque está reciente. Porque, sí, es culpa mía. Es culpa
mía ser así,
porque ellas me moldearon para
bien.
Pero, ¿acaso está mal
mi concepto de querer?
No. Pero sigue siendo culpa mía.
¿Mi
problema? La falta
de comprensión.
¿La causa? Una
diferencia que
no
se basa en un simple
número.
¿Estoy siendo críptico?
Ustedes y yo sabemos que no.
Nunca
te molestes cuando alguien te señale algo que piensa
que no estás
haciendo bien. Tómalo como un consejo
para mejorar.
Para, incluso aún más, ser mejor
persona.
Mejor partido.
Tú lo eres. Pero que no seas compatible
conmigo no quita nada. No leas esto y sueltes
tu media sonrisa de placer.
Lee esto y date
cuenta
de que todo
fue verdad. Vuela.
Tal vez... tal vez.
Habrán
captado que esta última parte ha sido un poco céntrica. Es la
consecuencia de lo temprano. De lo reciente. ¿Y creen que no me van
a leer nunca? Aquí me tienen.
<///3
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