Puedes llegar a creer
que escribo con tu nombre,
con los besos que te di
en las montañas de Oriente
con todos ellos en mi mente
te pienso, te escribo;
es inherente.
Pero te puedes llegar a engañar
si, cuando lees todas mis letras
nunca llegas a pensar: “¿qué
[le] pasa?”
Puedes llegar a
creer
en el corazón de
una divinidad
aunque ella no te
piense,
no te escriba, no
te bese.
Pero te puedes
llegar a engañar
porque perderás un
tren con
la oportunidad de
volar.
Puedes llegar a
creerme
y abrazarme otra
vez.
Pero entonces
tus principios
se morirían,
¿no es cierto?
Puedo llegar a
recordar
cada beso que logré
recaudar
con tus labios
ardiendo
con mis dientes,
relucientes,
te dibujo rasgos
nuevos.
Pero me puedo
llegar a morir
si, cada vez que
quiero vivir
tengo que pensar en
todo lo
que pudimos ser
juntos
y lo que, al final,
me tocó hacer:
estar sin ti.
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