Con mi letra orgullosa
y el siete por bandera
saludo a compañeros
que viven lejos de esta
inopia.
Donde árboles suspiran
con el don de la vida
bajo una sombra aislada y
pura
y Envidia se suicida.
Es esta, mi nación,
¡Mi gran nación! Donde yo
y todos convivimos.
¡Por fin, escribir, se hizo
realidad!
Es un soñar despierto
estar en un desierto
y que toda el agua
disponible
se derrita en nuestras penas
con metaconciencias
y luz alrededor
para saber dónde se han
caído
y poder levantarlos.
No solo habita él.
A su lado, el oro,
el viento, magdalenas,
una infancia viva,
el fuego informal,
Responsabilidad,
y, para terminar,
el Padre de nuestra
constitución.
Pintaremos el cielo
con la sal de la mar
reiremos en infinito
charlando
unos cuantos veranos.
Sello nuestros corazones en
tinta
y, juntos, esperamos
nuestras cintas:
ni tan siquiera el odio ni miradas
despintan
esta existencia que nadie
hará extinta.
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