No
sé qué hago despierto
sin
tu brisa en mi regazo.
Las
noches de Enero
dejaron
de ser frías
gracias
a tu descaro.
He
perdido la fe
en
mí mismo
soy
el autorretrato
de
un abismo.
Qué
ilícito
ser
ilegal
y
que la melancolía
se
apodere del escenario.
Bailo
con las plumas caídas
el
espadón, de luto
y
los ojos buscando tu
mano
de santo
esa
que me ha acompañado.
Títere
de un maestro
abismal,
con un cetro
entre
sus dedos
me
señala, me juzga.
El
castigo está crucificado
tengo
la sensación de estar huyendo.
Los
pájaros han volado.
Ellos
han escapado.
Mi
alma y yo seguimos atrapados.
Y
qué más da.
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