No pasa nada si nos sentimos solos. El ahogo está dentro de cada
uno. Déjalo estar, nosotros sabemos manejarlo aunque no lo queramos
tocar. Debemos mantenernos firmes con el paso de los besos, de las
caricias y del sexo. Esperando, y buscando, la llegada de la sonrisa
que ilumine nuestra habitación. ¿Y qué pasa si vuelves a errar?
Más ojo clínico para visualizar la perfección necesaria.
No te preocupes si se va. No pienses en si volverá. En si volverá
si se va. En si se va. Disfruta. Disfrútale. Disfrútala. No hay
otro como él. Ni como ella. ¿Por qué dramatizar? No estamos en una
gran función.
Venga, levanta esa cabeza. ¿Qué haces? ¿Piensas en él? ¿En
ella? Puedes hacer mejores cosas. Ten en cuenta que estás aquí. Y
no estás allí, lejos, en camposanto. Levanta, coge tus sentimientos
negativos y empléalos en algo productivo. ¿Escribes? ¿Dibujas?
¿Pintas? ¿Compones música? Cualquier cosa. Necesitas darle una
salida. Hazlo ahora.
¿Por qué después? Luego vendrá tu felicidad. Pero antes tienes
que escalar. ¿Estaré ahí para ayudarte? Yo no me borro. Soy las
palabras que no buscabas. No esperabas encontrarnos a todas aquí.
Así. Pero estamos. No nos vamos. Míranos siempre que quieras.
Léenos en voz mental.
Sonríe.
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