He encendido la radio
para ver si había sonado
el himno del que tanto me hablaste
cuando me dejaste en la carretera
hablando
yo solo con las palmeras que el sol
reina
en las dunas de arena líquida,
gaseosa mística.
Escuché a la bestia del norte
volviéndose loca de remate
buscando un bate con el que darte
hasta que tu cabeza pensase en rojo
sangre
tendremos que tener más cuidado la
próxima vez
cuando me pare a pensar qué carajo
hacer
con ese corazón que elevas con ego y
gracia
ya que no sabes qué es lo que tienes
en tus manos
y me lo quieres hacer ver con
lágrimas
de metal mental, roto hasta no poder
más
con la voz del infierno bestial.
Voy a dejar de pensar en mí
necesito algo para creer en ti
tengo algo que puedo usar, ¡sí!
Y no lo haré para no verte mal
podría conquistarte, intentar caer
de pie en las pinzas del cangrejo
calamar
y lo que quedará de mí, al final
serán respuestas vacías
a preguntas llenas de insidia.
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