Tras
una cerveza templada
con
acero ígneo
tras
las marchas a la guerra
de
nuestros compañeros de artimañas
he
decidido revivir.
He
contemplado demasiada sangre
azul,
príncipes desnudos que valían
tres
reales de plata fina, pero no pura.
Tras
una obra, yo me escondí.
Tras
la pluma de un ave desconocido
allí
donde bate sus alas al son
del
viento en contra,
justamente
detrás encontrabas mi alma
despedazada
por el mar que me acariciaba.
Mis
versos ya no son los mismos
de
antes; ahora te he conocido
y
contemplé tu desdén desde el andén
en
el que nos despedimos hasta una
última
vez.
Sigo
esperando con mi taza de café (odio el té)
y
te tengo preparada la cama para que
descanses
a solas, o con el compañero
de
vigilias incansables.
Te
he escogido a ti
para
que seas mi descanso
las
lágrimas de un llanto desesperado
como
los huesos de mi alma por
la
sangre que recorre tus brazos.
Te
fuiste de nuevo, te veré
de
espaldas a mi pecho
buscando
la dignidad
que
venía con la etiqueta
de
mi órgano redentor.
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