Las botellas alejadas de nuestros ojos
las miradas acercadas con cristales de
azufre
el azúcar de nuestras venas mezclado
con
el café durante un domingo en el
bingo.
Las luces parpadeando y buscando manos
a las que adherirse. Una herida abierta
en canal
por tus dientes de suicida. Supuesto
amor el
que sientes por un corazón rasgado con
tristeza.
Las rubias silenciadas van cayendo poco
a poco
por el valle, el abismo donde los
cadáveres
de tus emociones yacen copulando, no
están
muertas, yo me las he terminado de
comer.
Un domingo en el bingo. Donde el vicio
de nuestro roce haga cariño, sexo y un
poco de veracidad en las palabras del
final:
te quiero amar desde aquí, hasta allí,
sin parar.
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