Cojo el cigarrillo de la mesa
enciendo el mechero y lo acerco
al principio de la pistola
se enciende la mecha
se consume por dentro
mientras espera un beso
que lo absorba, que
nunca llega.
Va muriendo poco a poco
todo el mundo lo ve bien
por fuera, pero dentro, ahí
al fondo, todo está negro.
Y cuando llega al final pide un deseo
algo que le complazca tras tantos años
de sufrimientos, cicatrices y heridas
que hubiera preferido sufrir en sueños:
“Déjenme un beso en el ataúd
todos aquellos que sintieron
un poco de aprecio”
Y en soledad vino
con soledad se fue
nadie le dejó ver
que todos le querían tener.
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